El
14 de diciembre de 1930, los capitanes Fermín Galán Rodríguez y Ángel
García Hernández fueron fusilados en Huesca tras un consejo de guerra
sumarísimo por haber proclamado la República en Jaca 2 días antes. El
propio Galán dio las órdenes al pelotón de ejecución, acabando con un
¡Viva la República! La dinastía borbónica rubricó así su final. La
sangre de Galán y García, los héroes de Jaca, fue decisiva para acabar
con la monarquía. La República hizo de ellos unos auténticos héroes
nacionales y su imagen se difundió por todas partes, convirtiéndose en
un icono del nuevo país. Pero hoy su heroísmo yace en el olvido.
Vuelve a señorear en España la abyecta estirpe borbónica con su
camarilla de grandes, banqueros, empresarios, obispos y demás granujas y
sinvergüenzas. Mientras que hay cada vez más españoles que PAGAN CON LA
VIDA la indignidad de verse desposeídos de la vivienda, la Banca y la
Iglesia se ceban como cochinos y el abyecto, maleado y vicioso
descendiente de los tiranos de antaño recibe costosísimos cuidados
quirúrgicos para los que sus súbditos deben esperar meses y hasta años.
Los mártires de la libertad, de los que nuestra historia está llena, no
tienen lugar donde impera la TIRANÍA. Pero sí hay lugar para que el
infame ministro de Justicia renueve títulos nobiliarios a los
descendientes de genocidas.
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