De cómo engordé buscando el hambre en la Rusia Soviética (por William Duprey)
Nos
ha parecido muy interesante este artículo publicado recientemente en La Mancha Obrera , escrito por William H. Duprey, miembro de la delegación de obreros para la URSS, miembro de la Union de Obreros Textiles de Estados Unidos, en 1936.
El motivo fue la visita de una delegación de obreros norteamericanos a la Unión Soviética para comprobar si eran ciertas las noticias que los medios de propaganda en manos de multimillonarios como el mafioso William Hearst, que demonizaban constantemente a Stalin y a la Unión Soviética.
William H. Duprey informó de lo que vio, y curiosamente no coincide ni de lejos con lo que los sucesores de Goebbles siguen diciendo hoy sobre aquella época gloriosa de los trabajadores soviéticos, mentiras que, lamentablemente, muchos obreros e incluso partidos que se autodenominan comunistas, siguen creyéndose a pies juntillas, sometidos al poder embaucador de los medios de propaganda capitalistas, sin ni siquiera hacer el esfuerzo de William H. Duprey: comprobar cual es la realidad.
La respuesta del obrero norteamericano en su informe es contundente: "Todo lo que puedo decir es esto: HEARST MIENTE. El Socialismo funciona; lo he visto yo funcionar en la Unión Soviética."
De hecho, fueron los trabajadores soviéticos y el éxito del Socialismo en la URSS los que hicieron que, cuando el capitalismo intentó invadirla, con los tanques de Hitler, fue la Unión Soviética la que acabó poniendo la bandera roja sobre Berlín.
PRÓLOGO
Fui uno de los doce obreros y campesinos
elegidos por sus propios sindicatos y organizaciones fraternales,
auspiciados por el Grupo de Amigos de la Unión Soviética, para visitar la
URSS e informar sobre cómo funciona en la práctica el Socialismo.
William Randolph Hearst, en su cadena de periódicos como el
Boston American, el
Boston Advertiser, el
New York Evening Journal,
y demás, ha estado difundiendo declaraciones acerca de que en la Unión
Soviética no existen verdaderos sindicatos, de que los ciudadanos
soviéticos pasan hambre, de que la Unión Soviética está dirigida por un
dictador. Obreros y campesinos fuimos enviados allá para averiguar si
Hearst decía la verdad o mentía, para enterarnos de cómo los ciudadanos
soviéticos trabajan y se divierten, qué comen, cómo funcionan sus
sindicatos y cooperativas de producción agrícola, si tienen desempleo,
qué medidas se toman para la vejez y la discapacidad, cómo se tratan a
las mujeres y niños, y muchas otras cuestiones.
Había entre nosotros representantes de
Amalgamated Association of Iron, Steel, and Tin Workers (A. F. ofL.) , de
United Mine Workers of America (A. F. of L.) , de
United Textile Workers of America (A. F. of L.) , de
Wisconsin Cooperative Milk Pool, de International Brotherhood of Electrical Workers (A. F. of L.) , de
Dyers Local No. 1773, Paterson, N.J. ,
y de muchas otras organizaciones. Cuatro somos miembros del Partido
Socialista. Había un minifundista de Michigan, un pequeño productor
lechero de Winsconsin, un maestro de escuela y un doctor. Varias
nacionalidades y etnias estaban representadas: lituanos, italianos,
polacos, judíos, negros, franco-canadienses. En el grupo había católicos
y protestantes.
Fui elegido por obreros textiles, entre
otros, en una asamblea de New Bedford, Massachusetts, que fue respaldada
por el Sindicato de Tejedores, U.T.W.A. (A. F. ofL.). Varias
organizaciones eclesiásticas y clubes religiosos ayudaron a completar la
suma necesaria para el viaje. Soy ayudante de operario de máquinas
textiles y trabajo en el proceso final del hilode algodón, montando y
dimensionando los extremos antes de que vayan a los telares. Gano 16.70
dólares por semana. Soy católico practicante, miembro activo del Partido
Socialista y ex miembro de la Guardia Nacional. Mi padre es un
trabajador textil, miembro del sindicato durante cuarenta y cinco años.
Tengo ascendencia franco-canadiense, y en casa hablábamos el inglés y el
francés.
¡Cuánto he escrito sobre nosotros! Lo más importante es lo que sigue: qué fue lo que vimos en la Unión Soviética.
MARINEROS FRANCESES Y MARINEROS RUSOS
Viajamos en tercera clase hasta Londres
en el transatlántico francés Ile de France, y desde Londres a Leningrado
en el barco ruso Cooperatzia. Los tripulantes del Ile de France nos
dijeron que todos pertenecían al Partido Socialista Francés. Al
enterarse de que cuatro de nosotros éramos Socialistas, insistieron en
que nos uniéramos en un frente unido a los obreros comunistas, de la
manera en que ellos habían hecho en Francia. Los marineros franceses
tenían que trabajar muy duro y casi no tenían tiempo para sí mismos. La
disciplina era muy estricta, los oficiales se oponían a que los pasajeros
hablaran con los marineros.
La atmósfera en el barco soviético era
extrañamente diferente. Los marineros no saludaban a los oficiales, sino
que los llamaban “camarada”. Cuando estaban fuera de servicio, me
sorprendió ver al capitán y a los miembros de la tripulación juntos
cantando y charlando. Había una gran habitación común para marineros y
oficiales, y una “esquina roja” con un busto de Lenin, libros y
artículos. Me comentaron que el trabajo de la tripulación no era muy
duro. Estarían en tierra durante el próximo viaje del Cooperatzia con el
pago completo—hacían un viaje de cada dos, de manera de poder estar en
casa con sus mujeres y familiares la mitad del tiempo. Me di cuenta de
que la disciplina era estricta cuando estaban de servicio, y tanto los
oficiales como los marineros parecían competentes en su trabajo.
LENINGRADO
Fuimos recibidos en el muelle de
Leningrado por representantes de los sindicatos, reporteros de
periódicos y fotógrafos. Había una banda de obreros de un taller que era
muy buena. Después de los discursos en ruso y en inglés nos fuimos a
nuestro hotel y cenamos. La cena fue excelente pero el servicio era
escaso. Me explicaron que no había suficientes camareros y la razón de
esto era que tomaban otros trabajos.
Al día siguiente visitamos la Fortaleza
de Pedro y Pablo, una antigua mazmorra para presos políticos —obreros
hechos prisioneros por los capitalistas rusos porque luchaban por sus
derechos y por un gobierno obrero. Ahora es un museo. El antiguo palacio
del Zar es también un museo —todo ha quedado como lo dejó la familia
del Zar. Vi en la Unión Soviética que los lugares históricos —antiguas
prisiones, palacios, muchas de las iglesias— se mantienen intactos, se
han vuelto museos.
Sabía que había sido mandado por los
trabajadores de New Bedford para algo más importante que visitar museos,
así que los pocos días siguientes los dediqué a investigarlas fábricas
textiles de Leningrado. Durante mi estancia en la Unión Soviética me
concentré en las fábricas textiles y en los talleres de ropas, viendo
con mis propios ojos cómo funcionan, qué tipo de maquinarias usan, cómo
están organizados los sindicatos y cómo se desempeñan los horarios, los
salarios, y las condiciones de vida delos obreros textiles y de la ropa.
LABOR DE DETECTIVE AFICIONADO EN LA UNIÓN SOVIÉTICA
Antes de salir de Estados Unidos algunos
de mis amigos me aconsejaron que no creyera en todo lo que me contaran.
“Te mostrarán solamente lo que ellos quieren que tú veas”, me
advirtieron. “Así que mantén los ojos bien abiertos”.
Por eso fue que durante mi estancia en
la Unión Soviética realicé una pequeña labor de detective aficionado.
Las delegaciones de los sindicatos venían a informarnos sobre las
fábricas textiles que serían las más apropiadas para visitar. Después de
haberles dado las gracias con mucha amabilidad, con mi compañero
delegado, Adam Chada, un minero lituano de Pennsylvania que hablaba
ruso, salíamos a investigar las fábricas textiles que el sindicato no
había recomendado. Más tarde iríamos a examinar también las fábricas
modelo. Casi siempre viajábamos montados en tranvías. Le tiraba de la
manga a Chada y le decía: “Bajémonos aquí”. Descendíamos y nos
dirigíamos a la casa de algún obrero. Chada explicaba quienes éramos y
el obrero nos mostraba su casa. Nunca pudimos escaparnos hasta no haber
ingerido una comida con el obrero y haber bebido algún buen vino
soviético. De este modo llegamos a promediar unas seis comidas al día.
En mis intentos de encontrar una familia hambrienta en Rusia, que es de
lo que habla Mr. Hearst, gané 15 libras (6,8 kg) de peso.
FÁBRICAS TEXTILES EN LA UNIÓN SOVIÉTICA
Visité la fábrica “La Rosa Roja” en
Leningrado, que es la mayor fábrica textil de Europa. Fabricaban
productos acabados de algodón y algo de lana. En 1930 el salario
promedio en la fábrica era de 93 rublos al mes. En 1935 es de 184, y
muchos obreros ganan bastante más. La mayor parte del trabajo es a
destajo. No tienen relojes contadores, pero usan su propio sistema para
medir el trabajo— supervisado, habría que decirlo, por los propios
trabajadores. Las mujeres reciben igual salario que los hombres por el
mismo trabajo.
Todas las máquinas peligrosas están
protegidas. Algunas máquinas que no habríamos pensado en proteger en los
Estados Unidos (por ejemplo, las poleas de correa inferiores en la sala
de corte) están cubiertas. En la sala de tejido se cubre la zona donde
la lanzadera golpea el interior de la carcasa.
La comida de un obrero con familia
cuesta alrededor de 168 rublos al mes. Los trabajadores pagan el 10% de
su salario por el alquiler. Las cuotas sindicales representan el 1% de
los salarios mensuales.
De esta forma, una pareja en la que
ambos trabajan, tendría dinero tanto para cubrir sus necesidades como
para muchas comodidades. No cabría preguntarse entonces por qué el 70%
de los obreros de la Unión Soviética posee cuentas bancarias.
Un tejedor de seda se ocupa de tres
telares como promedio —nunca de seis como ocurre enlos Estados Unidos.
El máximo número de telares que un técnico de reparación se encarga, es
de 40 en las fábricas textiles— nunca de 100 como ocurre aquí. En la
sala de corte, cada ayudante realiza las dimensiones para su propio
operario de tejedoras, y se encarga de una sola máquina. En los Estados
Unidos un ayudante se ocupa de tres máquinas.
Descubrí que los métodos de eficiencia
se usan en la URSS al igual que en los Estados Unidos, aunque con
propósitos diferentes. En los Estados Unidos se le pide al experto en
eficiencia obtener más beneficios para los accionistas, mientras que en
la URSS la eficiencia se utiliza para sacar más producción con el
objetivo de abastecer la demanda de los consumidores, ya que hay un
déficit de textiles. El producto de este incremento de la producción se
devuelve a los obreros en forma de salarios más altos, nuevas
maquinarias, más vacaciones, etc.
Puedo decir con toda franqueza que el sistema de
stretchout no se usa. Para que puedan entender aquellos que no están familiarizados con la industria textil debo decir que el
stretchout
es un esquema capitalista con el cual una tarea se incrementa con el
fin de obtener la misma cantidad de trabajo mediante el empleo de un
menor número de personas y el pago de menores salarios. Por ejemplo, en
la sala de tejido, donde esta práctica es más usada, tres hombres pueden
estar ocupándose de sesenta telares, o de veinte telares cada uno. Los
patrones se dan cuenta de que no producen suficientes ganancias,
entonces despiden a un hombre, y ponen a los otros dos a ocuparse de
sesenta telares entre ellos. Esto significa un 33⅓% de incremento de
trabajo. En muchos casos se les recorta el salario y se les dice que
podrán tener muchos mejores salarios con los telares extras. Resulta que
cada obrero nunca recibe más del 10% del salario que ganaba cuando se
ocupaba de sus 20 telares originales, pero produce un tercio más que
anteriormente. Los dos obreros juntos ganan 20% más de salario—si tienen
suerte— mientras el bolsillo del patrón recibe el resto.
Entre
1928-41 se construyeron unas 9,000 empresas industriales, y se implantó
en el Este una potente base industrial nueva. Entre 1938-40 la
producción de defensa progresó un 40%.
CONDICIONES DE TRABAJO
La iluminación en las fábricas
soviéticas es excelente. Las ventanas tienen una separación de alrededor
de seis pies (1,8 m), y miden seis pies de ancho y ocho (2,4 m) de
altura. La ventilación es tan buena que los sistemas de ventilación
mecánicos en uso son prácticamente innecesarios. Sin embargo, las
condiciones de los inodoros en las fábricas soviéticas son muy malas.
Cuando hice esta observación me dijeron que el gobierno está dedicando
millones de rublos anuales para resolver esto.
Los obreros reciben inspecciones de
salud obligatorias dos veces al año, y cualquiera sin la salud adecuada
se le libera del trabajo y se le manda a descansar a casa, a un
sanatorio o a un hospital. Mientras tanto recibe su paga total, así como
atención médica y alojamiento gratuitos.
Tan pronto como una mujer sabe estar
embarazada se lo dice al supervisor, y si está haciendo un turno
nocturno se le libera de éste. Se le dan dos meses de vacaciones antes
de que nazca el niño, y regresa al trabajo dos meses después del
nacimiento. Mientras tanto la madre recibe la paga completa, y los
servicios médicos y cuidados hospitalarios son gratuitos. El hospital le
proporciona al bebé un equipo completo, que consiste en ropa, cama y
mantas. También la madre recibe una comida especial durante cierto
período de tiempo, antes y después del nacimiento del niño. Cada taller o
fábrica tiene una guardería. Si la madre está amamantando a su hijo se
le permite un período de lactancia cada tres horas para ir a la
guardería y alimentar al niño.
Los obreros comen en un comedor anexo al
taller que está gestionado por los mismos obreros. Los comedores son
largos y aireados, la comida es buena y suprecio es muy bajo.
Todos los obreros que no están educados asisten a la escuela que dispone el taller para sus obreros.
HORARIOS
Los obreros textiles trabajan siete
horas por día durante cinco días a la semana. El sexto día es de
descanso. No pueden fumar en las máquinas, pero existe una sala de
fumadores y una biblioteca. Tienen un período de 5 minutos de descanso
cada hora.
Los trabajadores de hasta 18 años de
edad tienen una jornada de seis horas. De estas, trabajan cuatro horas
en el taller y estudian dos, sin embargo, se les pagan las seis horas
completas. Por debajo de la edad de 18 a nadie se le permite trabajar en
el turno nocturno.
Cuando le hablé de esto a una amiga en
Estados Unidos, me dijo: “Bueno, tenemos una imagen en nuestras mentes
de esas condiciones ideales, pero ellas no corresponden a la realidad de
Estados Unidos. Yo tengo que trabajar en un taller de algodón desde las
6 de la mañana hasta la 1:30 de la tarde. Durante estas 7½ horas no me
permiten tiempo de comida—tengo que comer mientras trabajo.”
Estos buenos salarios, condiciones y
horarios son posibles gracias al resultado del maravilloso plan de
seguro social que tiene la Unión Soviética, y por los cuales nosotros
los obreros norteamericanos, estamos luchando duro para obtener con
nuestro Proyecto de Seguro Social Obrero —H.R.2827.
TALLERES DE CONFECCIONES
También investigué la industria
costurera en la Unión Soviética. Un taller de confecciones de prendas en
Simferopol da una buena idea de la industria costurera en la Unión
Soviética. Este taller emplea 2,200 trabajadores— tártaros, judíos,
ucranianos, rusos y otras 18 nacionalidades. No existe discriminación
racial o nacional contra alguno de ellos.
El departamento de corte de este taller
trabaja dos turnos de 7 horas. Los obreros mayores trabajan 7 horas, los
jóvenes menores de 18 trabajan 6 horas. Los diseñadores ganan 600
rublos por mes. El salario de los cortadores varía entre 200 y 300
rublos al mes.
Los salarios no son tan altos en los
comercios de prendas de vestir como en la industria textil. Sin embargo,
al igual que en todas las demás fábricas, existe asistencia médica
gratuita, las mismas vacaciones y liberaciones por enfermedad con pago,
la misma atención especial para las madres y para los obreros jóvenes.
Talleres y fábricas tienen sus propias tiendas de víveres. Algo que noté
fue la gran cantidad de frutas frescas y vegetales que se exhibían en
estas tiendas.
Las mesas de trabajo para las muchachas
obreras estaban construidas en forma de grandes herraduras.
Dentro de
estas herraduras se sientan las obreras con los codos apoyados en la
mesa. El sistema de transporte se utiliza para traerle el trabajo al
obrero y para retirarlo también. De los 2,200 trabajadores de este
taller solo una muchacha usaba luz artificial. Había muchísima luz
natural para el resto.
No había jefes merodeando y diciéndole a
las muchachas de apurarse o si no perdían el trabajo. Las muchachas
tampoco tenían que salir con los jefes para mantener sus puestos de
trabajo.
Aquí, como en cualquier parte de la
Unión Soviética, no había desempleo. En el momento que lo desee, un
obrero puede cambiar de puesto de trabajo. Simplemente le dice al
supervisor a dónde quiere ir y le da un preaviso con siete días de
anticipación. Entonces se le transfiere a su nuevo puesto de trabajo sin
pérdida de salario. No pude evitar hacer una comparación mental con la
incapacidad de la mayoría de los obreros norteamericanos para mantener
su empleo, ya no hablemos de cambiar de un trabajo a otro sin pérdida de
salario.
LOS SINDICATOS EN LA U.R.S.S.
Los obreros dirigen sus sindicatos al
igual que dirigen su gobierno. Durante toda mi estancia en la Unión
Soviética no vi ninguna huelga o manifestación con policías apaleando a
obreros. Cuando le comenté esto a un obrero, éste me dijo: “Cuando
queremos mejoras de las condiciones, podemos conseguirlas a través de
nuestro sindicato. El gobierno es nuestro gobierno, dirigido por
nosotros a través de nuestros sindicatos, por lo que no hay necesidad de
hacer huelgas contra nosotros mismos”.
Los sindicatos en la U.R.S.S. son
industriales y no divididos por oficios. Cada fábrica trabaja a tiempo
completo, la mayoría en tres turnos de 7 horas. Los miembros de los
sindicatos que muestran algún talento particular en alguna especialidad
determinada —actuación, escritura, medicina, ciencia, investigación,
etc— son liberados por los sindicatos del trabajo en las fábricas y se
mandan a la escuela o a la Universidad, y mientras estudian se les paga.
Conocía un actor que actuó en la película Chapaev— anteriormente era un
trabajador textil como yo.
El salario promedio en la Unión
Soviética en 1932 era de 108 rublos al mes. En 1933 fue de 198, en 1934
de 217 rublos al mes. En la medida que suben los salarios, el costo de
la vida baja. Antes de la revolución, el salario promedio era de 27 a 38
rublos al mes. ¡Y hoy el poder adquisitivo del rublo es tres veces
mayor!
¿Cómo es posible que el costo de la vida
descienda mientras los salarios suben? En la medida que los
trabajadores en las fábricas, minas y talleres, sacan más producción,
más y mejores bienes, más riqueza social se produce. Como resultado del
aumento de la producción, más y mejores maquinarias se pueden instalar, y
los salarios se elevan. Y debido a que no hay beneficios y no existen
dueños privados de las fábricas o accionistas, los precios bajan. La
producción de las fábricas se establece para un año determinado a través
del Comisariado de la Industria Ligera, y se basa en las necesidades de
las personas del país, en los materiales que se disponen y en la
capacidad de los trabajadores para producir. El cincuenta por ciento de
las riquezas incrementadas se destina cada año al Fondo de Condiciones
de Vida, lo cual se utiliza para seguir mejorando las condiciones de
vivienda y de vida.
Un ejemplo interesante de la manera en
que los obreros están protegidos por sus propios sindicatos ocurrió en
una fábrica que visité, donde un médico visitante descubre una obrera
que se quejaba de dolores en la espalda. A las 10 am recomendó quesu
banco se levantara en un pie (0,3 m). A las 11:30 el banco había sido
elevado de acuerdo con la recomendación del doctor.
RELIGIÓN EN LA UNIÓN SOVIÉTICA
En Leningrado me encontré con un antiguo
compañero de escuela, Rev. Padre Leopold Brim, quien había asistido
conmigo a la escuela parroquial “Sagrado Corazón” en New Bedford. Es un
sacerdote católico romano, de ascendencia franco-canadiense como yo, que
vive en la Unión Soviética y practica su fe allí. Desde luego resultaba
de gran interés para mí, por el hecho de ser yo un practicante católico
y de haberme encontrado con un amigo de la infancia que era un
sacerdote católico en la Unión Soviética.
Me dijo que el gobierno soviético no
tenía ningunas intenciones de interferir con él o con sus feligreses, ni
de impedir que practicase libremente su religión. Por supuesto que
existe mucho sentimiento antirreligioso entre los obreros, me dijo. Esto
es natural, porque, como me explicó, durante el zarismo la religión fue
usada por el capitalismo para reprimir a los obreros. Desde que los
obreros tienen ahora su propio gobierno y no existe más un gobierno
capitalista, la iglesia ha sido separada del Estado. La religión es
ahora lo que debe ser: un asunto personal. Cuando le pregunté por qué
muchas iglesias se han cerrado y han sido usadas para otros fines, me
explicó que la mayoría de la gente que sigue las doctrinas de la iglesia
son personas mayores, y que son muy pocos como para contribuir al
mantenimiento de tantas iglesias y pagar los impuestos de los bienes de
la iglesia.
PRIMERO DE MAYO EN MOSCÚ
No tengo las dotes de orador o poeta
para poder describir el Primero de Mayo en Moscú. El espectáculo de
obreros libres y felices, marchando por millones, despreocupados,
cantando, ciento por ciento apoyando a su gobierno, mientras el Ejército
Rojo marchaba y aviones rugían en lo alto para mostrar al mundo la
disposición de los obreros soviéticos en defender su gobierno; el temple
de los jóvenes; las personas de 75 años o más, que habían conocido la
opresión bajo el zar, marchando cogidos de los brazos con los niños que
habían crecido bajo el Socialismo—todo eso fue una experiencia tremenda
para mi, de la cual jamás podré olvidarme.
El Primero de Mayo en Moscú sin dudas
hace de Mr. Hearst un mentiroso, así como a sus escritorzuelos pagados, a
los así llamados “Socialistas” como Lang, Smith, Admiral Stirling,
Ripley, y al resto de esa jauría. En mis 6.000 millas de viaje por la
Unión Soviética, incluyendo Ucrania, no vi un solo caso de hambre o
desnutrición, sino todo lo contrario, un pueblo sano y feliz trabajando
valientemente para construir el socialismo. Mandamos un telegrama a los
Amigos de la Unión Soviética y a las sedes del Partido Socialista
confirmando esto.
EDUCACIÓN
La Unión Soviética es el único país del
mundo donde a los estudiantes se les paga mientras estudian. En todos
los lugares donde estuvimos se construían nuevas escuelas. La gente leía
en cada fábrica o taller, en los tranvías, en la calle. El día en que
se publica alguna nueva novela sobre el avance del Socialismo en la
Unión Soviética, se produce una carrera desenfrenada en las librerías, y
con frecuencia, antes de que anochezca, la primera edición completa se
agota.
En Gorlooka visité una casa de
húerfanos, donde niños desde 4 a 12 años, cuyos padres han muerto, viven
y estudian. Elegí a un chico de alrededor de 11 años y lo entrevisté a
través de un intérprete. Sus respuestas claras y la aprehensión de la
información me asombraron.
“¿Qué forma de gobierno preferirías tener — el de Alemania o el de la Unión Soviética?”, le pregunté.
“¿Se da cuenta usted de todo lo que
tendríamos que sacrificar si regresáramos al capitalismo?”,respondió.
“Aquí todo el mundo trabaja, tenemos bastante para comer, ropas, y sobre
todo, libertad. ¿Qué tienen en Alemania? La opresión de la clase
dominante. No hay libertad de expresión. Existe un loco que se llama
Hitler que masacra o manda a las prisiones aquellos que discrepan de él y
no aprueban su forma de gobierno.”
Intenté ponérselo más complicado,
pensando que seguramente no sabría nada al respecto, y le pregunté:
“¿Qué piensas de Huey Long?” El chico me contestó: “Tenemos algunos Huey
Longs en Rusia, solo que aquí los llamamos por su nombre: globos.
Grandes bolsas rellenas de aire caliente.”
Cuando terminé de preguntarle, entonces
él comenzó a entrevistarme a mí. Preguntó muchas cosas acerca de
nuestros sindicatos, de las condiciones de trabajo en Estados Unidos, y
así sucesivamente. “¿Qué piensa usted de la N.R.A. (National Recovery
Administration)?”, me preguntó de repente.
Le hice un guiño al intérprete. “Es algo
bueno,” le dije al chico. “Si se pone al servicio del trabajo vamos a
obtener todo lo que queremos.”
El chico miró perplejo y le dijo al
intérprete: “O este tipo está loco, o es muy ignorante, o simplemente se
está burlando de mi. Todo el mundo sabe que la N.R.A. es buena para una
sola cosa: para incrementar los beneficios de los dueños a costa de los
obreros.”
Quiero enfatizar el hecho de que los
niños rusos, sin embargo, no son amanerados, ni están mimados, ni son
impertinentes. Tienen una seguridad y un dominio de sí mismos que solo
la verdadera libertad puede ofrecerles.
DE VUELTA A LA TIERRA DEL DESEMPLEO
Al regreso de Leningrado por la ruta del
Canal de Kiel, veíamos con frecuencia obreros alemanes. Los saludábamos
y ellos nos respondían con el saludo nazi alargando sus brazos hacia
afuera en ángulo. Luego miraban cuidadosamente a su alrededor, llevaban
lentamente sus brazos hacia atrás y apretaban sus puños en saludo rojo a
la hoz y al martillo que ondeaba en nuestra proa.
En Londres dos cosas me llamaron la
atención: la suciedad del metro en comparación con el de Moscú, y las
multitudes de personas paradas mirando las vidrieras de los negocios, en
los cuales difícilmente alguien entraba. En Moscú las tiendas están
repletas de personas, y el gentío corre de una tienda a otra, como si
tuvieran temor de que los productos fueran a desaparecerantes de
poderlos comprar.
No hacía ni cinco minutos que
me encontraba en Nueva York cuando vi una manifestación con policías que
amenazaban a los manifestantes.
Mucho más no puedo relatar por falta de
espacio. Me hubiera gustado hablar de cómo se tratan a las 168
diferentes nacionalidades de la URSS y la absoluta falta de prejuicios
raciales que existe; haber escrito largo sobre el Ejército Rojo y su
papel en promover la paz; de la libertad de prensa y la enorme cantidad
de periódicos y libros que se venden o se entregan a los obreros; del
maravilloso nuevo metro de Moscú, donde al dejar caer una colilla de
cigarro, recibí una reprimenda de un obrero protestándome por estar
ensuciando su metro con una simple colilla; de las nuevas casas,
escuelas, fábricas y hospitales que se construyen por todas partes; de
la maravillosa solidaridad de los obreros; de cómo me divertí con ellos
en sus días de descanso, yendo a picnics, cantando con ellos, comiendo
su buena comida, bebiendo su buen vino; de las cooperativas de
producción agrícola, en una de las cuales, después de inspeccionar la
porqueriza, nuestro delegado campesino dijo: “Diablos, aquí tratan mejor
a los cerdos que como nos tratan a los campesinos en Michigan”; de los
teatros obreros, museos, parques de cultura y descanso, y muchas otras
cosas más.
Todo lo que puedo decir es esto: HEARST MIENTE. El Socialismo funciona; lo he visto yo funcionar en la Unión Soviética.
No aprendan sobre la Unión Soviética de
los enemigos de los obreros— los Hearts, los Langs, la prensa
capitalista. Conozcan de la Unión Soviética a partir de las
publicaciones de los Amigos de la Unión Soviética, de los hermanos de
sus sindicatos, miembros de sus iglesias y organizaciones fraternales,
que han estado allá y han visto el Socialismo en la práctica, que se han
dado cuenta de que sí funciona.