De cómo engordé buscando el hambre en la Rusia Soviética  (por William Duprey)
 Nos
 ha parecido muy interesante este artículo publicado recientemente en  La Mancha Obrera , escrito por William H. Duprey, miembro de la delegación de obreros para la URSS, miembro de la Union de Obreros Textiles de Estados Unidos, en 1936. 
El motivo fue la visita de una delegación de obreros norteamericanos a la Unión Soviética para comprobar si eran ciertas las noticias que los medios de propaganda en manos de multimillonarios como el mafioso William Hearst, que demonizaban constantemente a Stalin y a la Unión Soviética.
William H. Duprey informó de lo que vio, y curiosamente no coincide ni de lejos con lo que los sucesores de Goebbles siguen diciendo hoy sobre aquella época gloriosa de los trabajadores soviéticos, mentiras que, lamentablemente, muchos obreros e incluso partidos que se autodenominan comunistas, siguen creyéndose a pies juntillas, sometidos al poder embaucador de los medios de propaganda capitalistas, sin ni siquiera hacer el esfuerzo de William H. Duprey: comprobar cual es la realidad. 
La respuesta del obrero norteamericano en su informe es contundente: "Todo lo que puedo decir es esto: HEARST MIENTE. El Socialismo funciona; lo he visto yo funcionar en la Unión Soviética." 
De hecho, fueron los trabajadores soviéticos y el éxito del Socialismo en la URSS los que hicieron que, cuando el capitalismo intentó invadirla, con los tanques de Hitler, fue la Unión Soviética la que acabó poniendo la bandera roja sobre Berlín.
Nos
 ha parecido muy interesante este artículo publicado recientemente en  La Mancha Obrera , escrito por William H. Duprey, miembro de la delegación de obreros para la URSS, miembro de la Union de Obreros Textiles de Estados Unidos, en 1936. 
El motivo fue la visita de una delegación de obreros norteamericanos a la Unión Soviética para comprobar si eran ciertas las noticias que los medios de propaganda en manos de multimillonarios como el mafioso William Hearst, que demonizaban constantemente a Stalin y a la Unión Soviética.
William H. Duprey informó de lo que vio, y curiosamente no coincide ni de lejos con lo que los sucesores de Goebbles siguen diciendo hoy sobre aquella época gloriosa de los trabajadores soviéticos, mentiras que, lamentablemente, muchos obreros e incluso partidos que se autodenominan comunistas, siguen creyéndose a pies juntillas, sometidos al poder embaucador de los medios de propaganda capitalistas, sin ni siquiera hacer el esfuerzo de William H. Duprey: comprobar cual es la realidad. 
La respuesta del obrero norteamericano en su informe es contundente: "Todo lo que puedo decir es esto: HEARST MIENTE. El Socialismo funciona; lo he visto yo funcionar en la Unión Soviética." 
De hecho, fueron los trabajadores soviéticos y el éxito del Socialismo en la URSS los que hicieron que, cuando el capitalismo intentó invadirla, con los tanques de Hitler, fue la Unión Soviética la que acabó poniendo la bandera roja sobre Berlín.  
PRÓLOGO
Fui uno de los doce obreros y campesinos
 elegidos por sus propios sindicatos y organizaciones fraternales, 
auspiciados por el Grupo de Amigos de la Unión Soviética, para visitar la
 URSS e informar sobre cómo funciona en la práctica el Socialismo. 
William Randolph Hearst, en su cadena de periódicos como el 
Boston American, el 
Boston Advertiser, el 
New York Evening Journal,
 y demás, ha estado difundiendo declaraciones acerca de que en la Unión 
Soviética no existen verdaderos sindicatos, de que los ciudadanos 
soviéticos pasan hambre, de que la Unión Soviética está dirigida por un 
dictador. Obreros y campesinos fuimos enviados allá para averiguar si 
Hearst decía la verdad o mentía, para enterarnos de cómo los ciudadanos 
soviéticos trabajan y se divierten, qué comen, cómo funcionan sus 
sindicatos y cooperativas de producción agrícola, si tienen desempleo, 
qué medidas se toman para la vejez y la discapacidad, cómo se tratan a 
las mujeres y niños, y muchas otras cuestiones.

Había entre nosotros representantes de
 Amalgamated Association of Iron, Steel, and Tin Workers (A. F. ofL.) , de 
United Mine Workers of America (A. F. of L.) , de
United Textile Workers of America (A. F. of L.) , de 
Wisconsin Cooperative Milk Pool, de International Brotherhood of Electrical Workers (A. F. of L.) , de 
Dyers Local No. 1773, Paterson, N.J. ,
 y de muchas otras organizaciones. Cuatro somos miembros del Partido 
Socialista. Había un minifundista de Michigan, un pequeño productor 
lechero de Winsconsin, un maestro de escuela y un doctor. Varias 
nacionalidades y etnias estaban representadas: lituanos, italianos, 
polacos, judíos, negros, franco-canadienses. En el grupo había católicos
 y protestantes.
Fui elegido por obreros textiles, entre 
otros, en una asamblea de New Bedford, Massachusetts, que fue respaldada
 por el Sindicato de Tejedores, U.T.W.A. (A. F. ofL.). Varias 
organizaciones eclesiásticas y clubes religiosos ayudaron a completar la
 suma necesaria para el viaje. Soy ayudante de operario de máquinas 
textiles y trabajo en el proceso final del hilode algodón, montando y 
dimensionando los extremos antes de que vayan a los telares. Gano 16.70 
dólares por semana. Soy católico practicante, miembro activo del Partido
 Socialista y ex miembro de la Guardia Nacional. Mi padre es un 
trabajador textil, miembro del sindicato durante cuarenta y cinco años. 
Tengo ascendencia franco-canadiense, y en casa hablábamos el inglés y el
 francés.
 
¡Cuánto he escrito sobre nosotros! Lo más importante es lo que sigue: qué fue lo que vimos en la Unión Soviética.
MARINEROS FRANCESES Y MARINEROS RUSOS
Viajamos en tercera clase hasta Londres 
en el transatlántico francés Ile de France, y desde Londres a Leningrado
 en el barco ruso Cooperatzia. Los tripulantes del Ile de France nos 
dijeron que todos pertenecían al Partido Socialista Francés. Al 
enterarse de que cuatro de nosotros éramos Socialistas, insistieron en 
que nos uniéramos en un frente unido a los obreros comunistas, de la 
manera en que ellos habían hecho en Francia. Los marineros franceses 
tenían que trabajar muy duro y casi no tenían tiempo para sí mismos. La 
disciplina era muy estricta, los oficiales se oponían a que los pasajeros
 hablaran con los marineros.
La atmósfera en el barco soviético era 
extrañamente diferente. Los marineros no saludaban a los oficiales, sino
 que los llamaban “camarada”. Cuando estaban fuera de servicio, me 
sorprendió ver al capitán y a los miembros de la tripulación juntos 
cantando y charlando. Había una gran habitación común para marineros y 
oficiales, y una “esquina roja” con un busto de Lenin, libros y 
artículos. Me comentaron que el trabajo de la tripulación no era muy 
duro. Estarían en tierra durante el próximo viaje del Cooperatzia con el
 pago completo—hacían un viaje de cada dos, de manera de poder estar en 
casa con sus mujeres y familiares la mitad del tiempo. Me di cuenta de 
que la disciplina era estricta cuando estaban de servicio, y tanto los 
oficiales como los marineros parecían competentes en su trabajo.
 
LENINGRADO
Fuimos recibidos en el muelle de 
Leningrado por representantes de los sindicatos, reporteros de 
periódicos y fotógrafos. Había una banda de obreros de un taller que era
 muy buena. Después de los discursos en ruso y en inglés nos fuimos a 
nuestro hotel y cenamos. La cena fue excelente pero el servicio era 
escaso. Me explicaron que no había suficientes camareros y la razón de 
esto era que tomaban otros trabajos.

Al día siguiente visitamos la Fortaleza 
de Pedro y Pablo, una antigua mazmorra para presos políticos —obreros 
hechos prisioneros por los capitalistas rusos porque luchaban por sus 
derechos y por un gobierno obrero. Ahora es un museo. El antiguo palacio
 del Zar es también un museo —todo ha quedado como lo dejó la familia 
del Zar. Vi en la Unión Soviética que los lugares históricos —antiguas 
prisiones, palacios, muchas de las iglesias— se mantienen intactos, se 
han vuelto museos.
Sabía que había sido mandado por los 
trabajadores de New Bedford para algo más importante que visitar museos,
 así que los pocos días siguientes los dediqué a investigarlas fábricas 
textiles de Leningrado. Durante mi estancia en la Unión Soviética me 
concentré en las fábricas textiles y en los talleres de ropas, viendo 
con mis propios ojos cómo funcionan, qué tipo de maquinarias usan, cómo 
están organizados los sindicatos y cómo se desempeñan los horarios, los 
salarios, y las condiciones de vida delos obreros textiles y de la ropa.
 
LABOR DE DETECTIVE AFICIONADO EN LA UNIÓN SOVIÉTICA 
Antes de salir de Estados Unidos algunos
 de mis amigos me aconsejaron que no creyera en todo lo que me contaran.
 “Te mostrarán solamente lo que ellos quieren que tú veas”, me 
advirtieron. “Así que mantén los ojos bien abiertos”.
Por eso fue que durante mi estancia en 
la Unión Soviética realicé una pequeña labor de detective aficionado. 
Las delegaciones de los sindicatos venían a informarnos sobre las 
fábricas textiles que serían las más apropiadas para visitar. Después de
 haberles dado las gracias con mucha amabilidad, con mi compañero 
delegado, Adam Chada, un minero lituano de Pennsylvania que hablaba 
ruso, salíamos a investigar las fábricas textiles que el sindicato no 
había recomendado. Más tarde iríamos a examinar también las fábricas 
modelo. Casi siempre viajábamos montados en tranvías. Le tiraba de la 
manga a Chada y le decía: “Bajémonos aquí”. Descendíamos y nos 
dirigíamos a la casa de algún obrero. Chada explicaba quienes éramos y 
el obrero nos mostraba su casa. Nunca pudimos escaparnos hasta no haber 
ingerido una comida con el obrero y haber bebido algún buen vino 
soviético. De este modo llegamos a promediar unas seis comidas al día. 
En mis intentos de encontrar una familia hambrienta en Rusia, que es de 
lo que habla Mr. Hearst, gané 15 libras (6,8 kg) de peso.
 
FÁBRICAS TEXTILES EN LA UNIÓN SOVIÉTICA 
Visité la fábrica “La Rosa Roja” en 
Leningrado, que es la mayor fábrica textil de Europa. Fabricaban 
productos acabados de algodón y algo de lana. En 1930 el salario 
promedio en la fábrica era de 93 rublos al mes. En 1935 es de 184, y 
muchos obreros ganan bastante más. La mayor parte del trabajo es a 
destajo. No tienen relojes contadores, pero usan su propio sistema para 
medir el trabajo— supervisado, habría que decirlo, por los propios 
trabajadores. Las mujeres reciben igual salario que los hombres por el 
mismo trabajo.
Todas las máquinas peligrosas están 
protegidas. Algunas máquinas que no habríamos pensado en proteger en los
 Estados Unidos (por ejemplo, las poleas de correa inferiores en la sala
 de corte) están cubiertas. En la sala de tejido se cubre la zona donde 
la lanzadera golpea el interior de la carcasa.
La comida de un obrero con familia 
cuesta alrededor de 168 rublos al mes. Los trabajadores pagan el 10% de 
su salario por el alquiler. Las cuotas sindicales representan el 1% de 
los salarios mensuales.
De esta forma, una pareja en la que 
ambos trabajan, tendría dinero tanto para cubrir sus necesidades como 
para muchas comodidades. No cabría preguntarse entonces por qué el 70% 
de los obreros de la Unión Soviética posee cuentas bancarias.
Un tejedor de seda se ocupa de tres 
telares como promedio —nunca de seis como ocurre enlos Estados Unidos. 
El máximo número de telares que un técnico de reparación se encarga, es 
de 40 en las fábricas textiles— nunca de 100 como ocurre aquí. En la 
sala de corte, cada ayudante realiza las dimensiones para su propio 
operario de tejedoras, y se encarga de una sola máquina. En los Estados 
Unidos un ayudante se ocupa de tres máquinas.

Descubrí que los métodos de eficiencia 
se usan en la URSS al igual que en los Estados Unidos, aunque con 
propósitos diferentes. En los Estados Unidos se le pide al experto en 
eficiencia obtener más beneficios para los accionistas, mientras que en 
la URSS la eficiencia se utiliza para sacar más producción con el 
objetivo de abastecer la demanda de los consumidores, ya que hay un 
déficit de textiles. El producto de este incremento de la producción se 
devuelve a los obreros en forma de salarios más altos, nuevas 
maquinarias, más vacaciones, etc.
Puedo decir con toda franqueza que el sistema de 
stretchout no se usa. Para que puedan entender aquellos que no están familiarizados con la industria textil debo decir que el 
stretchout
 es un esquema capitalista con el cual una tarea se incrementa con el 
fin de obtener la misma cantidad de trabajo mediante el empleo de un 
menor número de personas y el pago de menores salarios. Por ejemplo, en 
la sala de tejido, donde esta práctica es más usada, tres hombres pueden
 estar ocupándose de sesenta telares, o de veinte telares cada uno. Los 
patrones se dan cuenta de que no producen suficientes ganancias, 
entonces despiden a un hombre, y ponen a los otros dos a ocuparse de 
sesenta telares entre ellos. Esto significa un 33⅓% de incremento de 
trabajo. En muchos casos se les recorta el salario y se les dice que 
podrán tener muchos mejores salarios con los telares extras. Resulta que
 cada obrero nunca recibe más del 10% del salario que ganaba cuando se 
ocupaba de sus 20 telares originales, pero produce un tercio más que 
anteriormente. Los dos obreros juntos ganan 20% más de salario—si tienen
 suerte— mientras el bolsillo del patrón recibe el resto.
Entre
 1928-41 se construyeron unas 9,000 empresas industriales, y se implantó
 en el Este una potente base industrial nueva. Entre 1938-40 la 
producción de defensa progresó un 40%.
 
CONDICIONES DE TRABAJO 
La iluminación en las fábricas 
soviéticas es excelente. Las ventanas tienen una separación de alrededor
 de seis pies (1,8 m), y miden seis pies de ancho y ocho (2,4 m) de 
altura. La ventilación es tan buena que los sistemas de ventilación 
mecánicos en uso son prácticamente innecesarios. Sin embargo, las 
condiciones de los inodoros en las fábricas soviéticas son muy malas. 
Cuando hice esta observación me dijeron que el gobierno está dedicando 
millones de rublos anuales para resolver esto.
Los obreros reciben inspecciones de 
salud obligatorias dos veces al año, y cualquiera sin la salud adecuada 
se le libera del trabajo y se le manda a descansar a casa, a un 
sanatorio o a un hospital. Mientras tanto recibe su paga total, así como
 atención médica y alojamiento gratuitos.
Tan pronto como una mujer sabe estar 
embarazada se lo dice al supervisor, y si está haciendo un turno 
nocturno se le libera de éste. Se le dan dos meses de vacaciones antes 
de que nazca el niño, y regresa al trabajo dos meses después del 
nacimiento. Mientras tanto la madre recibe la paga completa, y los 
servicios médicos y cuidados hospitalarios son gratuitos. El hospital le
 proporciona al bebé un equipo completo, que consiste en ropa, cama y 
mantas. También la madre recibe una comida especial durante cierto 
período de tiempo, antes y después del nacimiento del niño. Cada taller o
 fábrica tiene una guardería. Si la madre está amamantando a su hijo se 
le permite un período de lactancia cada tres horas para ir a la 
guardería y alimentar al niño.
Los obreros comen en un comedor anexo al
 taller que está gestionado por los mismos obreros. Los comedores son 
largos y aireados, la comida es buena y suprecio es muy bajo.
Todos los obreros que no están educados asisten a la escuela que dispone el taller para sus obreros.
 
HORARIOS 
Los obreros textiles trabajan siete 
horas por día durante cinco días a la semana. El sexto día es de 
descanso. No pueden fumar en las máquinas, pero existe una sala de 
fumadores y una biblioteca. Tienen un período de 5 minutos de descanso 
cada hora.
Los trabajadores de hasta 18 años de 
edad tienen una jornada de seis horas. De estas, trabajan cuatro horas 
en el taller y estudian dos, sin embargo, se les pagan las seis horas 
completas. Por debajo de la edad de 18 a nadie se le permite trabajar en
 el turno nocturno.
Cuando le hablé de esto a una amiga en 
Estados Unidos, me dijo: “Bueno, tenemos una imagen en nuestras mentes 
de esas condiciones ideales, pero ellas no corresponden a la realidad de
 Estados Unidos. Yo tengo que trabajar en un taller de algodón desde las
 6 de la mañana hasta la 1:30 de la tarde. Durante estas 7½ horas no me 
permiten tiempo de comida—tengo que comer mientras trabajo.”
Estos buenos salarios, condiciones y 
horarios son posibles gracias al resultado del maravilloso plan de 
seguro social que tiene la Unión Soviética, y por los cuales nosotros 
los obreros norteamericanos, estamos luchando duro para obtener con 
nuestro Proyecto de Seguro Social Obrero —H.R.2827.
 
TALLERES DE CONFECCIONES 
También investigué la industria 
costurera en la Unión Soviética. Un taller de confecciones de prendas en
 Simferopol da una buena idea de la industria costurera en la Unión 
Soviética. Este taller emplea 2,200 trabajadores— tártaros, judíos, 
ucranianos, rusos y otras 18 nacionalidades. No existe discriminación 
racial o nacional contra alguno de ellos.

El departamento de corte de este taller 
trabaja dos turnos de 7 horas. Los obreros mayores trabajan 7 horas, los
 jóvenes menores de 18 trabajan 6 horas. Los diseñadores ganan 600 
rublos por mes. El salario de los cortadores varía entre 200 y 300 
rublos al mes.
Los salarios no son tan altos en los 
comercios de prendas de vestir como en la industria textil. Sin embargo,
 al igual que en todas las demás fábricas, existe asistencia médica 
gratuita, las mismas vacaciones y liberaciones por enfermedad con pago, 
la misma atención especial para las madres y para los obreros jóvenes. 
Talleres y fábricas tienen sus propias tiendas de víveres. Algo que noté
 fue la gran cantidad de frutas frescas y vegetales que se exhibían en 
estas tiendas.
 
Las mesas de trabajo para las muchachas 
obreras estaban construidas en forma de grandes herraduras.
Dentro de 
estas herraduras se sientan las obreras con los codos apoyados en la 
mesa. El sistema de transporte se utiliza para traerle el trabajo al 
obrero y para retirarlo también. De los 2,200 trabajadores de este 
taller solo una muchacha usaba luz artificial. Había muchísima luz 
natural para el resto.
No había jefes merodeando y diciéndole a
 las muchachas de apurarse o si no perdían el trabajo. Las muchachas 
tampoco tenían que salir con los jefes para mantener sus puestos de 
trabajo.
Aquí, como en cualquier parte de la 
Unión Soviética, no había desempleo. En el momento que lo desee, un 
obrero puede cambiar de puesto de trabajo. Simplemente le dice al 
supervisor a dónde quiere ir y le da un preaviso con siete días de 
anticipación. Entonces se le transfiere a su nuevo puesto de trabajo sin
 pérdida de salario. No pude evitar hacer una comparación mental con la 
incapacidad de la mayoría de los obreros norteamericanos para mantener 
su empleo, ya no hablemos de cambiar de un trabajo a otro sin pérdida de
 salario. 
LOS SINDICATOS EN LA U.R.S.S.
Los obreros dirigen sus sindicatos al 
igual que dirigen su gobierno. Durante toda mi estancia en la Unión 
Soviética no vi ninguna huelga o manifestación con policías apaleando a 
obreros. Cuando le comenté esto a un obrero, éste me dijo: “Cuando 
queremos mejoras de las condiciones, podemos conseguirlas a través de 
nuestro sindicato. El gobierno es nuestro gobierno, dirigido por 
nosotros a través de nuestros sindicatos, por lo que no hay necesidad de
 hacer huelgas contra nosotros mismos”.
Los sindicatos en la U.R.S.S. son 
industriales y no divididos por oficios. Cada fábrica trabaja a tiempo 
completo, la mayoría en tres turnos de 7 horas. Los miembros de los 
sindicatos que muestran algún talento particular en alguna especialidad 
determinada —actuación, escritura, medicina, ciencia, investigación, 
etc— son liberados por los sindicatos del trabajo en las fábricas y se 
mandan a la escuela o a la Universidad, y mientras estudian se les paga.
 Conocía un actor que actuó en la película Chapaev— anteriormente era un
 trabajador textil como yo.
El salario promedio en la Unión 
Soviética en 1932 era de 108 rublos al mes. En 1933 fue de 198, en 1934 
de 217 rublos al mes. En la medida que suben los salarios, el costo de 
la vida baja. Antes de la revolución, el salario promedio era de 27 a 38
 rublos al mes. ¡Y hoy el poder adquisitivo del rublo es tres veces 
mayor!
¿Cómo es posible que el costo de la vida
 descienda mientras los salarios suben? En la medida que los 
trabajadores en las fábricas, minas y talleres, sacan más producción, 
más y mejores bienes, más riqueza social se produce. Como resultado del 
aumento de la producción, más y mejores maquinarias se pueden instalar, y
 los salarios se elevan. Y debido a que no hay beneficios y no existen 
dueños privados de las fábricas o accionistas, los precios bajan. La 
producción de las fábricas se establece para un año determinado a través
 del Comisariado de la Industria Ligera, y se basa en las necesidades de
 las personas del país, en los materiales que se disponen y en la 
capacidad de los trabajadores para producir. El cincuenta por ciento de 
las riquezas incrementadas se destina cada año al Fondo de Condiciones 
de Vida, lo cual se utiliza para seguir mejorando las condiciones de 
vivienda y de vida.
Un ejemplo interesante de la manera en 
que los obreros están protegidos por sus propios sindicatos ocurrió en 
una fábrica que visité, donde un médico visitante descubre una obrera 
que se quejaba de dolores en la espalda. A las 10 am recomendó quesu 
banco se levantara en un pie (0,3 m). A las 11:30 el banco había sido 
elevado de acuerdo con la recomendación del doctor.
 
RELIGIÓN EN LA UNIÓN SOVIÉTICA 
En Leningrado me encontré con un antiguo
 compañero de escuela, Rev. Padre Leopold Brim, quien había asistido 
conmigo a la escuela parroquial “Sagrado Corazón” en New Bedford. Es un 
sacerdote católico romano, de ascendencia franco-canadiense como yo, que
 vive en la Unión Soviética y practica su fe allí. Desde luego resultaba
 de gran interés para mí, por el hecho de ser yo un practicante católico
 y de haberme encontrado con un amigo de la infancia que era un 
sacerdote católico en la Unión Soviética.
Me dijo que el gobierno soviético no 
tenía ningunas intenciones de interferir con él o con sus feligreses, ni
 de impedir que practicase libremente su religión. Por supuesto que 
existe mucho sentimiento antirreligioso entre los obreros, me dijo. Esto
 es natural, porque, como me explicó, durante el zarismo la religión fue
 usada por el capitalismo para reprimir a los obreros. Desde que los 
obreros tienen ahora su propio gobierno y no existe más un gobierno 
capitalista, la iglesia ha sido separada del Estado. La religión es 
ahora lo que debe ser: un asunto personal. Cuando le pregunté por qué 
muchas iglesias se han cerrado y han sido usadas para otros fines, me 
explicó que la mayoría de la gente que sigue las doctrinas de la iglesia
 son personas mayores, y que son muy pocos como para contribuir al 
mantenimiento de tantas iglesias y pagar los impuestos de los bienes de 
la iglesia.
 
PRIMERO DE MAYO EN MOSCÚ 

No tengo las dotes de orador o poeta 
para poder describir el Primero de Mayo en Moscú. El espectáculo de 
obreros libres y felices, marchando por millones, despreocupados, 
cantando, ciento por ciento apoyando a su gobierno, mientras el Ejército
 Rojo marchaba y aviones rugían en lo alto para mostrar al mundo la 
disposición de los obreros soviéticos en defender su gobierno; el temple
 de los jóvenes; las personas de 75 años o más, que habían conocido la 
opresión bajo el zar, marchando cogidos de los brazos con los niños que 
habían crecido bajo el Socialismo—todo eso fue una experiencia tremenda 
para mi, de la cual jamás podré olvidarme.
El Primero de Mayo en Moscú sin dudas 
hace de Mr. Hearst un mentiroso, así como a sus escritorzuelos pagados, a
 los así llamados “Socialistas” como Lang, Smith, Admiral Stirling, 
Ripley, y al resto de esa jauría. En mis 6.000 millas de viaje por la 
Unión Soviética, incluyendo Ucrania, no vi un solo caso de hambre o 
desnutrición, sino todo lo contrario, un pueblo sano y feliz trabajando 
valientemente para construir el socialismo. Mandamos un telegrama a los 
Amigos de la Unión Soviética y a las sedes del Partido Socialista 
confirmando esto.
 
EDUCACIÓN
La Unión Soviética es el único país del 
mundo donde a los estudiantes se les paga mientras estudian. En todos 
los lugares donde estuvimos se construían nuevas escuelas. La gente leía
 en cada fábrica o taller, en los tranvías, en la calle. El día en que 
se publica alguna nueva novela sobre el avance del Socialismo en la 
Unión Soviética, se produce una carrera desenfrenada en las librerías, y
 con frecuencia, antes de que anochezca, la primera edición completa se 
agota.
En Gorlooka visité una casa de 
húerfanos, donde niños desde 4 a 12 años, cuyos padres han muerto, viven
 y estudian. Elegí a un chico de alrededor de 11 años y lo entrevisté a 
través de un intérprete. Sus respuestas claras y la aprehensión de la 
información me asombraron.
“¿Qué forma de gobierno preferirías tener — el de Alemania o el de la Unión Soviética?”, le pregunté.
“¿Se da cuenta usted de todo lo que 
tendríamos que sacrificar si regresáramos al capitalismo?”,respondió. 
“Aquí todo el mundo trabaja, tenemos bastante para comer, ropas, y sobre
 todo, libertad. ¿Qué tienen en Alemania? La opresión de la clase 
dominante. No hay libertad de expresión. Existe un loco que se llama 
Hitler que masacra o manda a las prisiones aquellos que discrepan de él y
 no aprueban su forma de gobierno.”
Intenté ponérselo más complicado, 
pensando que seguramente no sabría nada al respecto, y le pregunté:
“¿Qué piensas de Huey Long?” El chico me contestó: “Tenemos algunos Huey
 Longs en Rusia, solo que aquí los llamamos por su nombre: globos. 
Grandes bolsas rellenas de aire caliente.”
Cuando terminé de preguntarle, entonces 
él comenzó a entrevistarme a mí. Preguntó muchas cosas acerca de 
nuestros sindicatos, de las condiciones de trabajo en Estados Unidos, y 
así sucesivamente. “¿Qué piensa usted de la N.R.A. (National Recovery 
Administration)?”, me preguntó de repente.
Le hice un guiño al intérprete. “Es algo
 bueno,” le dije al chico. “Si se pone al servicio del trabajo vamos a 
obtener todo lo que queremos.”
El chico miró perplejo y le dijo al 
intérprete: “O este tipo está loco, o es muy ignorante, o simplemente se
 está burlando de mi. Todo el mundo sabe que la N.R.A. es buena para una
 sola cosa: para incrementar los beneficios de los dueños a costa de los
 obreros.”
Quiero enfatizar el hecho de que los 
niños rusos, sin embargo, no son amanerados, ni están mimados, ni son 
impertinentes. Tienen una seguridad y un dominio de sí mismos que solo 
la verdadera libertad puede ofrecerles.
 
DE VUELTA A LA TIERRA DEL DESEMPLEO
Al regreso de Leningrado por la ruta del
 Canal de Kiel, veíamos con frecuencia obreros alemanes. Los saludábamos
 y ellos nos respondían con el saludo nazi alargando sus brazos hacia 
afuera en ángulo. Luego miraban cuidadosamente a su alrededor, llevaban 
lentamente sus brazos hacia atrás y apretaban sus puños en saludo rojo a
 la hoz y al martillo que ondeaba en nuestra proa.
En Londres dos cosas me llamaron la 
atención: la suciedad del metro en comparación con el de Moscú, y las 
multitudes de personas paradas mirando las vidrieras de los negocios, en
 los cuales difícilmente alguien entraba. En Moscú las tiendas están 
repletas de personas, y el gentío corre de una tienda a otra, como si 
tuvieran temor de que los productos fueran a desaparecerantes de 
poderlos comprar.
No hacía ni cinco minutos que 
me encontraba en Nueva York cuando vi una manifestación con policías que 
amenazaban a los manifestantes.
Mucho más no puedo relatar por falta de 
espacio. Me hubiera gustado hablar de cómo se tratan a las 168 
diferentes nacionalidades de la URSS y la absoluta falta de prejuicios 
raciales que existe; haber escrito largo sobre el Ejército Rojo y su 
papel en promover la paz; de la libertad de prensa y la enorme cantidad 
de periódicos y libros que se venden o se entregan a los obreros; del 
maravilloso nuevo metro de Moscú, donde al dejar caer una colilla de 
cigarro, recibí una reprimenda de un obrero protestándome por estar 
ensuciando su metro con una simple colilla; de las nuevas casas, 
escuelas, fábricas y hospitales que se construyen por todas partes; de 
la maravillosa solidaridad de los obreros; de cómo me divertí con ellos 
en sus días de descanso, yendo a picnics, cantando con ellos, comiendo 
su buena comida, bebiendo su buen vino; de las cooperativas de 
producción agrícola, en una de las cuales, después de inspeccionar la 
porqueriza, nuestro delegado campesino dijo: “Diablos, aquí tratan mejor
 a los cerdos que como nos tratan a los campesinos en Michigan”; de los 
teatros obreros, museos, parques de cultura y descanso, y muchas otras 
cosas más.
Todo lo que puedo decir es esto: HEARST MIENTE. El Socialismo funciona; lo he visto yo funcionar en la Unión Soviética.
No aprendan sobre la Unión Soviética de 
los enemigos de los obreros— los Hearts, los Langs, la prensa 
capitalista. Conozcan de la Unión Soviética a partir de las 
publicaciones de los Amigos de la Unión Soviética, de los hermanos de 
sus sindicatos, miembros de sus iglesias y organizaciones fraternales, 
que han estado allá y han visto el Socialismo en la práctica, que se han
 dado cuenta de que sí funciona.