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viernes, 19 de mayo de 2017

Las milicianas que no fotografió Capa

Por Olivia Carballar en La Marea.

Jóvenes, mayores, solteras, casadas, viudas, limpiadoras, maestras… Ninguna empuñó un fusil, pero todas contribuyeron al funcionamiento del Quinto Regimiento.

El historiador José María García Márquez elabora una muestra con las mujeres que formaron parte del cuerpo militar de voluntarios de la II República.


Antolina Mata Díaz mira a un punto perdido. Tiene los labios finos, apretados. El cabello peinado hacia atrás. Su rostro surcado de arrugas. Es lavandera. Tiene 65 años. Francisca Gómez Cobo y Pilar González Andrés son sastras de 14. Matilde Landa, 32 años, es responsable de personal sanitario. También hay limpiadoras. Y cocineras y enfermeras y sirvientas y mecanógrafas y jornaleras y peluqueras y administrativas y matronas, intérpretes… Jóvenes, mayores, solteras, casadas, viudas, trabajadoras fuera del hogar y dentro de las casas.

Ninguna de ellas empuñó un fusil, pero todas fueron milicianas. “Ellas no fueron fotografiadas por Gerda Taro ni Robert Capa, sino por el fotógrafo del Quinto Regimiento sentadas en una silla en el patio. No solo había jóvenes sonrientes y valientes que empuñaban un arma como mostraban las fotografías que se publicaban”, explica el historiador José María García Márquez, que ha elaborado una muestra de las mujeres de este cuerpo militar de voluntarios de la IIª República creado tras la sublevación.

De las 26.736 fichas recogidas en el archivo, 513 corresponden a mujeres (1,92%). La mayoría procedía de Madrid y, sobre todo, de sus barrios más humildes. Los ingresos se produjeron desde el mismo 18 de julio. “El primero que hemos encontrado es el de la madrileña Emilia Cabello Pascual, de la que no poseemos fotografía ni los datos completos de su ficha y que, posiblemente, pueda tratarse de un error en su fecha”, sostiene García Márquez. El domingo 19 de julio y el lunes 20, otro pequeño grupo de seis mujeres se incorporaron al cuartel del antiguo convento salesiano, entre ellas la modista María Morales García, de 24 años, o la “fregachina” (como reza en su ficha) Victoria Quijorna, de 44.



“Contar con numerosas mujeres para el desempeño de múltiples tareas de organización e intendencia permitió a los mandos dotarse de una infraestructura muy superior a la que tuvieron otras unidades del Ejército Popular. Los trabajos de limpieza y lavado de ropa, la cocina, la costura y reparación de uniformes, el ropero del regimiento, etc. fueron siempre menos valorados y, sin embargo, muy importantes para la milicia. Limpiando cocinas y comedores, letrinas y oficinas, dejaron patente su generosa contribución a la lucha contra la sublevación. Y no solían ser sus rostros precisamente los que recogían las fotografías que se llevaban a la prensa”, insiste el historiador.
Áurea Carmona Nanclares era la única maestra nacional que consta. Ingresó en el batallón Thaelmann y fue destinada como enfermera al hospital de sangre de Rascafría. Murió en prisión en 1939 después de ser detenida y denunciada al finalizar la guerra“. "En algunos casos -añade el historiador- la cualificación profesional de varias de ellas supuso una aportación decisiva a las necesidades de todo tipo que tuvo el Quinto Regimiento desde el primer momento. Por ejemplo, las taquimecanógrafas y mecanógrafas jugaron papeles muy valiosos como auxiliares y secretarias de los mandos, tanto en la comandancia general como en la organización administrativa de varios servicios”. Este fue el caso de Margarita de la Fuente, Pilar Muñoz Falcón, Carmen Capafons Gómez, Julia Díaz Caballero, Esperanza Gil Lozano y Luisa González Fernández.

En los servicios médicos y sanitarios también fue fundamental la participación de las mujeres, que, además de organizar, formaron a muchas auxiliares en un contexto en el que no cesaban de llegar heridos del frente: “Estas mujeres, a su vez, desempeñaron un reconocido papel en botiquines, pabellones y quirófanos, a veces en las inmediaciones de las líneas del frente con un riesgo indiscutible”, añade García Márquez. Destaca los nombres de seis jóvenes del Socorro Rojo Internacional: Agustina García Caamaño, María Luisa Gómez Redondas, Ana Lera Lillo, María Luisa López García, Margarita Martín Jiménez y Carmen Ortega Sampedro. Mercedes Gómez Otero, que también ayudaba en la enfermería, fue detenida en julio de 1939. Recorrió las cárceles del régimen en diferentes periodos durante 21 años hasta que obtuvo la libertad en 1961. “Posiblemente haya sido una de las mujeres que más tiempo haya estado en prisión durante la dictadura”, expone el historiador. 



Sobre su afiliación política, García Márquez detalla los 146 casos en los que se especifica su militancia (un 28,46% frente al 66,75% de los hombres, como recoge el profesor Juan Andrés Blanco Rodríguez en El Quinto Regimiento en la política militar del PCE en la Guerra Civil(UNED, 1993). La mayoría de ellas -90- pertenecían a UGT. El resto militaban de forma repartida en el Partido Comunista, Juventudes Socialistas Unificadas, CNT, Mujeres Antifascistas, Partido Socialista, Izquierda Republicana y Federación Universitaria Escolar. “La milicia en el Quinto Regimiento llevó a muchas mujeres a consolidar su militancia e ideología y después de terminar la guerra siguieron luchando de forma ejemplar”, añade el historiador. 

Un ejemplo: Encarnación Juárez Ortiz era modista y tenía 35 años cuando se integró en el batallón Garcés en Córdoba. Luego marchó a Jaén, donde vivía y donde fue detenida al terminar la guerra. Logró ocultar su paso por las milicias republicanas aunque no su destacada militancia en el PCE de Jaén desde enero de 1938. En el sumarísimo que se le instruyó -detalla García Márquez- fue considerada por la Secretaría de Orden Público como “peligrosísima” para la Causa Nacional y la sociedad y condenada a 20 años de prisión. Consiguió salir en libertad condicional en julio de 1943, pero tres años más tarde, por sus actividades clandestinas, fue detenida de nuevo y sometida a terribles interrogatorios que le provocaron un intento de suicidio. No salió de prisión hasta 1951.


Pilar Bueno Ibáñez, modista madrileña, ingresó en agosto en las filas del Quinto Regimiento con 26 años. Cuando terminó la guerra, pasó a formar parte del clandestino comité provincial del PCE en Madrid. Fue detenida y fusilada junto a otras doce jóvenes el 5 de agosto de 1939. Era la mayor de las Trece Rosas. “Es de justicia recuperar sus nombres y así poder testimoniar un pequeño pero necesario homenaje a su trabajo. Las milicianas son ellas también, no se olvide. Lo dejaron todo para luchar en el puesto que le encomendasen y en el destino que fuese, y hay que reconocerles esa valiente actitud”, concluye el historiador.

miércoles, 5 de agosto de 2015

Que mi nombre nunca se olvide Las Trece Rosas

Este 5 de agosto se cumple el 76 aniversario del asesinato a manos del régimen fascista del Dictador Francisco Franco de las 13 jóvenes militantes de la Juventudes Unificadas Socialistas. Cuyo único delito fue haber defendido la legalidad vigente de los rebeldes fascistas que se alzaron contra la república. 

Un crimen que hoy en día 76 años despues siguen produciendo sentimientos de indignación y horror. Horror por la juventud de las muchachas, horror porque fueron sentenciadas a muerte, cuando su único  delito fue luchar por la democracia con mayúsculas. Indignación por la sin razón del crimen y  por su posterior silenciamiento, no solo durante la dictadura fascista, sino tambien durante largos años en la actual "democracia" monarquica. Silencio que ha contado con la inestimable ayuda del PSOE que traicionando su propio pasado y principios ideológicos. Partido el cual se ha posicionada claramente como los vencedores de la contienda, constituyéndose en una de las dos patas que sujeta el régimen monárquico.

Sirva este pequeño colas de fotos, artículos, vídeos, documentales y canciones como pequeño homenaje a esa parte de España que los que mandan han querido silencia de la historia de nuestro país pero que no han podido borrar de los corazones de los obreros concienciados de España y del mundo.


Ni tampoco a los cientos de miles fusilados y asesinados por las balas fascistas. 

Eran trece jóvenes adolescentes. Trece vidas segadas. Trece jóvenes comunistas:

Carmen Barrero Aguado, 
Martina Barroso García, 
Blanca Brisac Vázquez, 
Pilar Bueno Ibáñez, 
Julia Conesa Conesa, 
Adelina García Casillas, 
Elena Gil Olaya, 
Virtudes González García, 
Ana López Gallego, 
Joaquina López Laffite, 
Dionisia Manzanero Salas, 
Victoria Muñoz García y
Luisa Rodríguez de la Fuente

Saludos hermosas, vuestros claveles rojos traspasaron la muerte, y vuestros mensajes no han quedado en la tierra. Siguen volando y arrancando las vendas, de tanta actual agonía.



Canción del disco "La tierra esta sorda" de Barricada y dedicada a "Las trece rosas". Trece mujeres libres asesinadas por el Franquismo un 5 de agosto de 1939 en Madrid. 



Las cartas de las Trece Rosas





Las Trece Rosas




El 5 de agosto se cumplen 76 años del fusilamiento de: Carmen Barrero Aguado, Martina Barroso García, Blanca Brisac Vázquez, Pilar Bueno Ibáñez, Julia Conesa Conesa, Avelina García Casillas, Elena Gil Olaya, Virtudes González García, Joaquina López Laffite, Dionisia Manzanero Salas, Victoria Muñoz García, Ana López Gallego y Luisa Rodríguez de la Fuente.

Estos son los nombres de las trece mujeres fusiladas, ante las tapias del cementerio del Este, por la represión de la dictadura del ejército franquista en Madrid, el 5 de agosto de 1939, poco después de finalizar la Guerra Civil.

Al igual que ocurriera en la Alemania de Hitler o la Italia de Mussolini, el régimen de Franco creó un sistema de represión, miedo y tortura que se inició con el final de la Guerra Civil. En el 39, el franquismo emprendió una persecución contra todos aquellos que habían defendido al gobierno legítimo y elegido en las urnas, la Segunda República Española. Este es nuestro homenaje, nuestro pequeño recuerdo, y reivindicación por nuestra memoria histórica, a estas trece mujeres que la historia siempre recordará como LAS TRECE ROSAS.

El asesinato de estas trece mujeres, la mitad menores de edad (establecida en 21 años), fue uno de los episodios más crueles de la represión franquista. Con el final de la guerra, el país se dividió entre los vencidos y vencedores, y así, se inició un proceso de represión y persecución que atacó también a hijas, madres, en fin, mujeres que defendieron la República o, simplemente, tuvieron familiares o amigos a fines a ella. Es la España de los perseguidos, presos y exiliados. “Hay un gran sector de mujeres represaliadas, de mujeres vinculadas en mayor o menor medida a la España republicana que es la España del exilio, no sólo exterior sino interior, de las mujeres familiares de presos, y presas ellas mismas, de las mujeres perseguidas, represaliadas, muchas de ellas ejecutadas también por el régimen”, comenta la historiadora Ana Aguado de la Universidad de Valencia. De las 4.000 reclusas hacinadas en un espacio pensado para 400 (eran más de 280.000 los presos políticos en 1939), estas trece mujeres fueron elegidas para morir por el puro capricho y azar de sus verdugos.

El 4 de agosto de 1939, tras cuatro meses del final de la guerra, en la cárcel madrileña de Ventas, Julia una de estas trece mujeres le escribiría a su madre “madre, madrecita, me voy a reunir con mi hermana y papá al otro mundo, pero ten presente que muero por persona honrada. Adiós, madre querida, adiós para siempre. Tu hija que ya jamás te podrá besar ni abrazar… Que no me lloréis. Que mi nombre no se borre de la historia.” Estas fueron las últimas palabras de Julia Conesa Conesa de 19 años, que al igual que sus compañeras pertenecía a una España hundida, derrotada, a una Madrid devastada, destrozada, gris y triste, donde el régimen iniciaba sus cacerías y los procesos de depuración tanto en Administraciones, Universidades y otras instituciones. Un país sangrado que durante tres largos años luchó por la defensa de la igualdad, la libertad y el progreso para el país. “La Segunda República del año 31 fue un punto de inflexión, implicó cambios y continuidades, las cosas no cambian en un solo día. Las leyes siempre decimos que son condición necesaria nunca suficiente”. Sin embargo, “con el triunfo franquista al final de la guerra se vuelve no a la etapa anterior, sino a situaciones de finales del siglo XIX”, explica Aguado.

Julia deseó que su “nombre no se borre de la historia”, y así ha sido, el recuerdo de estas trece mujeres se ha plasmado en papel, en el cine, en el teatro, aún permanece vivo y en la memoria de muchos porque a diferencia de otros países que han condenado abiertamente sus regímenes totalitarios, en España aún tenemos esta asignatura pendiente. Un reconocimiento que no implica abrir una herida como argumentan mucho, al contrario, para cerrarla, para que miles de familiares den sepultura a los hombres y mujeres enterrados en fosas comunes o desaparecidos, para que nuestra democracia madure y se convierta en un sistema realmente representativo donde se tenga en cuenta la voz del pueblo, y fundamentalmente, para hacer justicia con la propia historia, para que no se llene de telarañas y lagunas negras el recuerdo de la Segunda República, un sistema que no tuvo tiempo de madurar pero, que incluso, abogaba por la igualdad de las mujeres. “La Segunda República tuvo una gran amplia legislación relativa a la igualdad entre mujeres y hombres, una legislación que se traduce en la Constitución del año 31 y en muchas leyes: el matrimonio civil, el divorcio, o los derechos laborales de las mujeres. La Constitución de la Segunda República por primera vez en la historia incorpora el sufragio femenino, con lo cual, sólo en ese momento se puede hablar realmente en España de sufragio universal, por tanto, de democracia. Antes, la mitad de la población no tiene derecho a voto por el hecho de ser mujer, con lo cual, difícilmente se puede hablar de sufragio universal anteriormente”, manifiesta Ana Aguado.

El lamentable mensaje difundido por Vox contra las Trece Rosas

Las Trece Rosas, “que mi nombre no se borre de la historia”

El nombre de estas trece mujeres, al igual que su trágica muerte, no puede quedar en el olvido. Ellas no sólo simbolizaban a esa España exiliada y derrotada, también la lucha por la igualdad, la libertad y la justicia.

Carmen Barrero Aguado (20 años, modista). Trabajaba desde los 12 años, tras la muerte de su padre, para ayudar a mantener a su familia, que contaba con 8 hermanos más, 4 menores que ella. Militante del PCE, tras la guerra, fue la responsable femenina del partido en Madrid. Fue detenida el 16 de mayo de 1939.

Martina Barroso García (24 años, modista). Al acabar la guerra empezó a participar en la organización de las JSU de Chamartín. Iba al abandonado frente de la Ciudad Universitaria a buscar armas y municiones (lo que estaba prohibido). Se conservan algunas de las cartas originales que escribió a su novio y a su familia desde la prisión.

Blanca Brisac Vázquez (29 años, pianista). La mayor de las trece. Tenía un hijo. No tenía ninguna militancia política. Era católica y votante de derechas. Fue detenida por relacionarse con un músico perteneciente al Partido Comunista. Escribió una carta a su hijo la madrugada del 5 de agosto de 1939, que le fue entregada por su familia (todos de derechas) 16 años después. La carta aun se conserva.

Pilar Bueno Ibáñez (27 años, modista). Al iniciarse la guerra se afilió al PCE y trabajó como voluntaria en las casas-cuna (donde se recogía a huérfanos y a hijos de milicianos que iban al frente). Fue nombrada secretaria de organización del radio Norte. Al acabar la guerra se encargó de la reorganización del PCE en ocho sectores de Madrid. Fue detenida el 16 de mayo de 1939.

Julia Conesa Conesa (19 años, modista). Nacida en Oviedo. Vivía en Madrid con su madre y sus dos hermanas. Se afilió a las JSU por las instalaciones deportivas que presentaban a finales de 1937 donde se ocupó de la monitorización de estas. Pronto se empleó como cobradora de tranvías, ya que su familia necesitaba dinero, y dejó el contacto con las JSU. Fue detenida en mayo de 1939 siendo denunciada por un compañero de su “novio”. La detuvieron cosiendo en su casa.

Avelina García Casillas (19 años). Militante de las JSU. Hija de un guardia civil viudo. Le mandaron una carta a su casa afirmando que sólo querían hacerle un interrogatorio ordinario. Se presentó de manera voluntaria, pero no regresó a su casa. Ingresó en prisión el 18 de mayo de 1939.

Elena Gil Olaya (20 años). Ingresó en las JSU en 1937. Al acabar la guerra comenzó a trabajar en el grupo de Chamartín.

Virtudes González García (18 años). Amiga de María del Carmen Cuesta (15 años, perteneciente a las JSU y superviviente de la prisión de Ventas). En 1936 se afilió a las JSU, donde conoció a Vicente Ollero, que terminó siendo su novio. Fue detenida el 16 de mayo de 1939 denunciada por un compañero suyo bajo tortura.

Ana López Gallego (21 años). Militante de las JSU. Fue secretaria del radio de Chamartín durante la Guerra. Su novio, que también era comunista, le propuso irse a Francia, pero ella decidió quedarse con sus tres hermanos menores en Madrid. Fue detenida el 16 de mayo, pero no fue llevada a la cárcel de Ventas hasta el 6 de junio. Se cuenta que no murió en la primera descarga y que preguntó “¿Es que a mí no me matan?”.

Joaquina López Laffite (23 años). En septiembre de 1936 se afilió a las JSU. Se le encomendó la secretaría femenina del Comité Provincial clandestino. Fue denunciada por Severino Rodríguez (número dos en las JSU). La detuvieron el 18 de abril de 1939 en su casa, junto a sus hermanos. La acusaron de ser comunista, pero ignoraban el cargo que ostentaba. Joaquina reconoció su militancia durante la guerra, pero no la actual. No fue conducida a Ventas hasta el 3 de junio, a pesar de ser de las primeras detenidas.

Dionisia Manzanero Salas (20 años). Se afilió al Partido Comunista en abril de 1938 después de que un obús matara a su hermana y a unos chicos que jugaban en un descampado. Al acabar la guerra fue el enlace entre los dirigentes comunistas en Madrid. Fue detenida el 16 de mayo de 1939.

Victoria Muñoz García (18 años). Se afilió con 15 años a las JSU. Pertenecía al grupo de Chamartín. Era la hermana de Gregorio Muñoz, responsable militar del grupo del sector de Chamartin de la Rosa. Llegó a Ventas el 6 de junio de 1939.

Luisa Rodríguez de la Fuente (18 años). Entró en las JSU en 1937 sin ocupar ningún cargo. Le propusieron crear un grupo, pero no había convencido aun a nadie más que a su primo cuando la detuvieron. Reconoció su militancia durante la guerra, pero no la actual. En abril la trasladaron a Ventas, siendo la primera de las Trece Rosas en entrar en la prisión.

Acto en memoria de las 13 rosas rojas y 43 claveles. "Que su nombre no se borre de la historia"











Anexo


En vista del actual, que no viejo, revisionismo histórico que la derecha esta realizando en la Unión Europea para equiparar el nazismo-fascismo y el comunismo como regímenes totalitarios con el fin ultimo expreso  de prohibir los partidos comunistas para de esta forma erradicar cualquier disidencia contra el modelo capitalista. Se puede comprobar que esta ola, tampoco es nueva,  que en España se está acentuando con la actual crisis económica que ha derivado en un algunos casos en que muchos ciudadanos se cuestionen el modelo de estado y su unidad territorial. 
Ha propiciado a la par el ascenso de formaciones de corte fascista que se unen a los partidos ya tradicionales defensores del capitalismo y que compiten entre si en aplicar medidas correctivas utilizando la demagogia más absoluta para enmascarar a la clase trabajadora toda la batería de propuestas antiobreras buscando chivos expiatorios a los que culpar de situación actual y no a los privilegios de la oligarquía española o mundial.
Así que por eso he decidido ampliar un poco mas este articulo y ampliarlo con este articulo donde se desmiente categóricamente todas las falacias que la derecha y sus alumnos aventajados fascistas están ahora escupiendo sobre las 13 Rosas.

https://www.newtral.es/ni-torturadoras-ni-violadoras-lo-que-dice-la-sentencia-de-muerte-de-las-trece-rosas/20191004/


El domingo 6 de agosto, al día siguiente al fusilamiento de Las 13 Rosas, todos los diarios publicaron un "remitido", un texto de obligada inserción, en el que las acusaba a ellas y a los 43 jóvenes juzgados también en la misma causa e igualmente fusilados, de ser los inductores del crimen de Gabaldón sin prueba alguna. ¡ 56 inductores ! Decía así el texto publicado:
"Decisiva e inflexible, la Justicia ha quedado cumplida en sus leyes más elementales con motivo del espantoso crimen que hace muy pocos días costó la vida, por España, al comandante de la Guardia Civil D. Isaac Gabaldón, a su hija de 17 años, y al agente conductor D. José Luis Díez. A las pocas horas del atroz suceso -atroz, además, por las circunstancias en que se produjo- habían sido detenidos, no solamente todos los ejecutores materiales, sino una compacta y considerable banda de inductores reclutados en los fondos más siniestros del marxismo y de la criminalidad social, alentados desde algunos centros tenebrosos de la revolución comunista". El texto no menciona a persona alguna, pero está claro que aludían a Las 13 Rosas y los 43 jóvenes fusilados con ellas.

Ya para terminar os dejo estas palabras:


“¿Patriotas ellos? ¡No! Las masas populares, vosotros, obreros y antifascistas en general, sois los patriotas los que queréis a vuestro país libre de parásitos y opresores pero los que os explotan no, ni son españoles, ni son defensores de los intereses del país, ni tienen derecho a vivir en la España de la cultura y del trabajo.” 

José Díaz Ramos Secretario del Partido Comunista de España PCE (1932-1942)