viernes, 2 de marzo de 2018

La verdad de las bombas atómicas y su significado

Aquí traigo este texto que mas que un articulo al uso es una traslación de un hilo  abierto en Twitter por Luisma López. Reproduzco este hilo porque considero que es necesario conocer realmente lo que ha pasado en estas décadas para comprender lo que sucede hoy en día en la actualidad. Es realmente triste comprobar que el capitalismo, en este caso el imperialismo occidental, sigue utilizando el mismo lenguaje retorcido y los mismos métodos belicosos para justiciar cualquier derramamiento de sangre que le permita seguir manteniendo su estatus quo actual y la brutal tasas de ganancias. Un ejemplo claro de esta hipocresía occidental se puede comprobar con  la larga guerra civil provocada por Estados Unidos y sus aliados en Siria. Que con un poco de que nos interesemos en informarnos por otros medios de comunicación alternativos a los grandes medios de desinformación lo podremos corroborar las mentiras que a diario se vierte sobre ese conflicto. Ademas como decía Lenin "La verdad siempre es revolucionaria"

En muchos de nuestros libros de historia se afirma que Estados Unidos lanzó en agosto de 1945 dos bombas atómicas sobre Japón para obligar a este país a rendirse y evitar de este modo los miles de muertos que habría costado alargar la guerra. ¿Qué hay de cierto en esto? Abro HILO.
En verano de 1945, la Segunda Guerra Mundial había terminado en Europa. Mussolini había sido linchado y Hitler se había suicidado en su búnker. Alemania estaba dividida en cuatro zonas, con casi toda su mitad oriental en manos del ejército soviético.
Japón era el único miembro del Eje que resistía. Muy desgastado tras años de guerra total, Japón había perdido casi todo su imperio y estaba reducido al archipiélago original, unas pocas islas con grandes dificultades de aprovisionamiento. Su rendición era cuestión de tiempo.
Sin embargo, los soldados japoneses, movidos por su código de honor, luchaban hasta la muerte, y rara vez se dejaban coger prisioneros. Esto hacía que avanzar de isla en isla fuera un infierno para las tropas norteamericanas. La aviación era la gran baza para EEUU.
EUU usó sobre Japón miles de bombas incendiarias antes del verano de 1945. Ciudades como Toyama fueron destruidas en su totalidad. En sólo una noche de marzo, 40 kilómetros cuadrados de Tokio fueron arrasados por estas bombas.

Las matanzas de civiles que conllevaban los bombardeos fueron tan terribles que políticos como Robert McNamara, futuro secretario de defensa, llegaron a decir que EEUU tendría que ser juzgado como criminal de guerra por aquellos bombardeos.
Japón estaba a punto de rendirse. Pero a EEUU le interesaba alargar la guerra un poco más. Tenía una baza que algunos de sus políticos y militares querían enseñar antes de la rendición: la bomba atómica.
Fuentes de la época hablan de que Japón ya había pedido el armisticio al llegar el verano. Con una única condición: conservar la figura del emperador. EEUU se agarró a esta petición para negar la paz. Sólo aceptaría una rendición incondicional.
En EEUU algunos científicos trataron de frenar el uso de la boba atómica contra Japón. El físico Leo Szilard, uno de los principales promotores de su desarrollo, redactó informes y escribió a Truman alertando de los peligros de dar ese uso a la bomba atómica. Fue inútil.

En julio el presidente Truman acudió a la conferencia de Potsdam. Entre otros muchos temas, se trató el de Japón. Stalin aseguró a Truman que el 15 de agosto la URSS entraría en guerra con Japón de forma efectiva en apoyo de los americanos. Truman fingió alegrarse.
¿Por qué fue una alegría fingida? Si la URSS se convertía en vencedor de Japón como lo había sido de Alemania, estaría en condiciones de influir en la organización del Pacífico tras la guerra. El poder de Moscú se habría extendido hasta el Pacífico. Algo que aterraba a Washington.

Había que acabar la guerra con Japón antes de que la URSS pudiera movilizarse en el Pacífico. Y había que hacerlo jugando la baza secreta que guardaban bajo la manga. De nada sirvieron las presiones de algunos militares: la bomba atómica sería lanzada a comienzos de agosto.
Truman informó a Eisenhower del inminente lanzamiento de la bomba. El general, según su testimonio, se quedó conmocionado. Él, y todos los militares, conocían los deseos de Japón por rendirse si se respetaba a su emperador. Trató de convencer a Truman de que diera marcha atrás.
El último día de la conferencia, Truman informó al propio Stalin de la existencia de la bomba. El soviético apenas demostró interés, algo que enfureció a Truman. El presidente desconocía que los servicios secretos soviéticos sabían casi todo acerca del proyecto Manhattan.

Truman necesitaba la paz en el Pacífico. Pero también quería usar la bomba. Él y los suyos hicieron oídos sordos a sus detractores. Hasta el conservador general McArthur, comandante supremo de las fuerzas en el Pacífico, trató de detenerlo. De nada sirvió.
El 6 de agosto a las 8.15 el bombardero Enola Gay lanzó la bomba Little Boy sobre Hiroshima. La propia tripulación quedó horrorizada. En los años siguientes más de 300.000 personas murieron por causas relacionadas con la bomba. Decenas de miles habían muerto al instante.
Truman recibió la noticia abordo del transatlántico que lo llevaba de regreso de Potsdam. Con una enorme sonrisa se puso en pie y dijo “Es el mayor acontecimiento de la historia”. La alegría con la que recibió Truman la noticia repugnó incluso a miembros de su propio partido.

La URSS no cambió sus planes e incluso adelantó su propio invasión. Los soviéticos atacaron a los japoneses en Manchuria y Corea, encontrando una resistencia casi nula. Antes de que Japón pudiera responder al ataque soviético, EEUU lanzó la bomba Fat Man sobre Nagasaki.
Japón no se rindió de inmediato. Los soviéticos se acercaban a Hokkaido, y aquello creaba un nuevo escenario. Rendirse ante Stalin o ante Truman. Japón eligió a los norteamericanos porque querían evitar ante todo que se fomentaran revueltas comunistas en su territorio.
Truman finalmente aceptó la rendición japonesa. Rendición incondicional… pero se permitió conservar la figura del emperador. Es decir, una vez lanzadas las bombas, lo que antes era un escollo insalvable era ya un detalle sin importancia. Un dato más a tener en cuenta.
De hecho, Estados Unidos argumentó que mantener al emperador era necesario para conservar la paz social. Un eufemismo para decir que el emperador mantendría alejada la sombra del comunismo, única preocupación real de Truman y los suyos.
¿Qué conclusiones debemos sacar de estos hechos? A diferencia de lo que nos cuentan los libros, la bomba atómica no fue el último episodio de la Segunda Guerra Mundial, sino el primero de la Guerra Fría. Japón fue la víctima, pero el objetivo era la URSS.
Truman había conseguido su objetivo: advertir a los soviéticos de cuál sería su destino si desafiaban el poder estadounidense. Como anticomunista feroz, Truman supo desde el momento en que llegó a la Casa Blanca que su auténtico enemigo era la URSS, no el fascismo.
¿Fueron necesarias las bombas? Para algunos historiadores, basados en fuentes japonesas, fue la invasión soviética lo que precipitó la rendición. Las bombas atómicas eran terribles, pero no muy diferentes de lo que ya habían sufrido a manos de las bombas incendiarias.



La mayor parte de la población de EEUU fue convencida de que las bombas fueron necesarias para traer a sus hijos de vuelta a casa, y las aprobaron de forma masiva. No ocurrió igual con militares y políticos que sí conocían la verdad. Japón se habría rendido antes de las bombas.
EEUU tomó la delantera en la carrera nuclear, pero la URSS no tardó en ponerse a su nivel. Hiroshima y Nagasaki no sólo no sirvieron de nada, sino que abrieron la puerta a un mundo en el que la humanidad podía firmar su sentencia de muerte con sólo apretar un botón.

Tomado del Twitter de Luisma López: https://twitter.com/luisma_lopez/status/969567758118801408