viernes, 7 de noviembre de 2014

La campaña de EEUU y del Vaticano contra el PCI en las decisivas elecciones de 1948 (2 de 3). El papel de la Iglesia.

Propagando de los Comités Cívicos de la Iglesia en
las elecciones italianas de 1948.

2ª parte: el papel de la Iglesia.

En los países comunistas "Los niños envían a sus padres a la cárcel", "Los niños son propiedad del Estado", "La gente come a sus propios hijos"...
Consignas difundidas por la propaganda de la Democracia Cristiana y de los Comités Cívicos de la Iglesia durante la campaña electoral de 1948 (fuente Wikipedia)

3. El mensaje apocalíptico de la Iglesia y de la Democracia Cristiana. El operativo del Vaticano para derrotar al Frente Popular.

La campaña de la Iglesia en las elecciones del 18 de abril 1948, tuvo un impacto decisivo, sobre todo en las zonas rurales. En la primera parte pudimos escuchar el vídeo -o leer su transcripción- en el que uno de los entrevistados, el sacerdote Lucio Migliaccio de los Comités Cívicos de la Iglesia, narraba cómo ésta se movilizó activamente contra el PCI utilizando contundentes métodos de propaganda:

"En las zonas rurales no había cines (era algo impensable en aquella época), así que tuvimos una idea. Enviamos algunos camiones a ciudades y pueblos para que proyectaran películas por la noche. Eran películas de campañas electorales y todo el mundo salía corriendo a la plaza donde -realizábamos la proyección- para verlas. Acudía muchísima gente" (Lucio Migliaccio).Para quienes no hayan vivido la época anterior a la TV y a la generalización de la radio, no resulta fácil imaginar el impacto que una propaganda de este tipo podía tener. Para una población rural desinformada, sin acceso a la radio ni a periódicos, católica practicante y con un porcentaje de analfabetismo grande, el mensaje transmitido por estas películas caló profundamente. Pensemos además que para muchas personas era la primera vez que tenían la oportunidad de ver imágenes proyectadas. La utilización de medios audiovisuales (cine) resultó determinante.

El mensaje apocalíptico en relación con la amenaza comunista, era además repetido insistentemente por los curas en los sermones dominicales, inculcando en las misas la idea de cruzada contra el comunismo (discurso que la Iglesia había utilizado para legitimar a los fascismos, como sucedió por ejemplo en España): "la guerra contra los comunistas es una guerra santa", en palabras de un cura como recordaba Lina Mainardi en la primera parte de la entrada.

Por otro lado, salvo el caso referido de utilización del cine como propaganda, la campaña electoral del 48 fue una campaña de carteles murales, como lo eran todas las de aquella época. Fue una campaña de "dialéctica mural", como la definieron los editores de la revista Nuova Storia Culturale en el artículo "'Dio ti vede Stalin no!' I manifesti della campagna elettorale del 1948":

"Inmediatamente después de la guerra los murales [carteles colocados en las paredes] representaban el medio más eficaz de producción de consenso: la radio estaba limitada a reducidos espacios sociales; los periódicos seguían siendo un privilegio para unos pocos; la televisión no existía. Las fuerzas políticas se concentraron en la pared como propaganda, capaz de llegar a los individuos y a las masas, a los analfabetos y a los intelectuales. Era una pared de dialéctica real."En los carteles, los demócrata-cristianos recurrieron principalmente a la utilización de imágenes muy impactantes y de consignas destinadas a generar el pánico a la amenaza roja. Sorprende además que, recién derrotado el fascismo en Italia, la DC (Democracia Cristiana) lo hiciera revivir a través de un tipo de propaganda cuyo contenido era del más puro estilo del discurso fascista sobre el comunismo. Se llega al extremo de presentar a los fascistas que combatieron con los nazis en la URSS y que estaban todavía prisioneros en la Unión Soviética, como pobres e inocentes víctimas del bolchevismo, que estaban viviendo un tormento del cual el PCI era también responsable. Veamos algunos ejemplos (pincha en las imágenes para verlas en mayor tamaño):








Toda la campaña de la DC giró en torno a ese tipo de imágenes y, como explicaremos en la tercera parte, en buena medida se financió con cargo al operativo que la CIA organizó en Italia para esas elecciones. La DC distribuyó más de 5 millones de 14 modelos de carteles, además de 38 millones de copias de 23 tipos de folletos, sin contar con otros materiales impresos, innumerable cantidad de tarjetas, cintas, folletos...

Por su parte, los Comités Cívicos de la Iglesia, cuya actividad estuvo financiada por el operativo de la CIA, tomando parte de esta "dialéctica mural" reforzaban el mensaje de la DC de tres formas: A) con cartelería pidiendo directamente el voto para la DC; B) con cartelería en la que, sin aludir a la DC, se hacía hincapié en la amenaza comunista; C) subrayando la obligación que los católicos tenían de abstenerse de votar a los comunistas:






En este punto, el mensaje de la Iglesia y de la Democracia Cristiana fueron coincidentes. El partido oficioso de la Iglesia Católica llegó a alcanzar niveles delirantes para provocar el pánico y el sentimiento de terror. Así, la DC llegó a difundir consignas del tipo: en los países comunistas "Los niños envían a sus padres a la cárcel", "Los niños son propiedad del Estado", "La gente come a sus propios hijos", etc. (fuente: Wikipedia). Nada diferente de lo que los curas repetían a sus feligreses en las sermones dominicales; de ahí carteles tan expresivos como el del niño que escapa asustado de la hoz y el martillo, gritando "¡papá, sálvame!", o de otros por el estilo. El imaginario del comunista comeniños hoy en día a lo mejor nos hace reír y nos puede parecer hiperbólico, pero fue promocionado y funcionó en esa época (igual que lo fue, en la misma época, en la dictadura fascista de Franco).

La campaña de la Iglesia corrió a cargo de los Comités Cívicos. Su fundador fue Luigi Gedda, un personaje muy vinculado al papa Pío XII. Se crearon poco antes de las elecciones, el 8 de febrero de 1948, pero en cuestión de semanas ya se habían organizado más de 20.000 comités locales. Esta difusión fue posible gracias al apoyo financiero del Vaticano y también a los generosos fondos que la CIA proporcionó para ello.

Luigi Gedda besa la mano del cardenal Tedeschini ante la mirada del
cardenal Cicognani. Gedda fue el gran "fontanero" del Vaticano
para derrotar al Frente Popular en las elecciones del 48.

Durante la época fascista, Gedda había sido señalado por la resistencia como un colaborador del régimen y, de hecho, hubo quien sostuvo (no ha llegado a probarse) que en 1938 fue uno de los 360 intelectuales y figuras públicas que apoyaron el "Manifiesto en defensa de la raza". En cualquier caso, en 1952 no dudó en proponer una alianza entre la DC, los monárquicos y los neo-fascistas del MSI para frenar a los comunistas en las elecciones municipales de Roma. Esto último de por sí es una prueba de que a Gedda no le molestaban especialmente los fascistas; al contrario: los veía como parte importante del muro de contención anticomunista.

Gedda fue el gran artífice y cerebro de la exitosa operación del Vaticano para derrotar al Frente Popular en las elecciones del 48. Los comités cívicos llegaron a formar su propio servicio de inteligencia secreta y contaban con una radio para iniciar y coordinar la movilización de sus miembros. Todo el operativo organizado por Gedda respondía tanto al requerimiento secreto de la CIA como a la preocupación que el Papa tenía acerca de la posibilidad de que el PCI conquistase la mayoría a través del Frente Popular (FDP). En la audiencia papal del 10 de enero de 1948, Pío XII declaró: "(...) se trata de una batalla decisiva, y por tanto es el momento de movilizar todas nuestras fuerzas" (Invernizzi). Gedda cumplió con creces la misión. Su libro de memorias, 10 aprile 1948, lleva por subtítulo: "Memoria inédita del artífice de la derrota del Frente Popular".

El Vaticano, a través de sus comités cívicos y de su legión de párrocos, y la DC, consiguieron crear un sentimiento de terror al comunismo recuperando, como ya dijimos, parte de la retórica fascista anticomunista. Por otra parte, la Iglesia desencadenó una agresiva y radical campaña dirigida a los creyentes, en la que no ya ser comunista, sino el mero hecho de tener amistades comunistas, leer prensa comunista, votar comunista... era un gravísimo pecado que condenaba a quien cayese en él. Votar comunista era sinónimo de apostasía, algo que atemorizó a los católicos. Meses después de las elecciones, a pesar de la victoria de la DC, el Vaticano dio cuerpo a este discurso religioso dándole rango de doctrina oficial de la Iglesia a través de un Decreto del Santo Oficio (recordemos que la Sagrada Congregación del Santo Oficio fue el nombre que se le dio a la antigua Inquisición con Pío X, en 1908): la Scomunica ai comunisti (Excomunión de los comunistas)

El decreto neo-inquisitorial Scomunica ai comunisti, fue aprobado oficialmente el 28 de junio de 1949; es decir, algo más de un año después de las elecciones. Pero tal doctrina ya se aplicaba oficiosamente con anterioridad, durante el período decisivo que termina en las elecciones del 18 de abril 1948. De manera que lo que nos permite el contenido de este decreto, es hacernos una idea del clima ideológico anticomunista creado por la Iglesia en el momento anterior a la aprobación del mismo. Italia se empapeló con carteles de difusión del dercreto, difundido también en folletos:





(Pulsar sobre las imágenes para verlas en mayor tamaño)

Traducción de uno de estos carteles:

"Aviso Sagrado 
CURIA ARZOBISPAL DE UDINEDESPUÉS DEL DECRETO DEL SANTO OFICIO CONTRA EL COMUNISMO ATEO. 
Es pecado grave: 
1º Inscribirse en el Partido Comunista.
2º Favorecerlo de cualquier forma, especialmente con el voto.
3º Leer la prensa comunista
4º Propagar la prensa comunista
Usted no podrá conseguir la absolución de este pecado si no se arrepiente y se muestra dispuesto firmemente a no cometerlo más.
Quien en confesión oculte este pecado, cometerá un sacrilegio.
Las medidas que se aplican al Partido Comunista son de aplicación a otros partidos que hacen causa común con él, y para todas aquellas asociaciones que dependen de él: Cámara del Trabajo, Frente de la Juventud Conmista Italiana, UDI (Unión de Mujeres Italianas), Federterra (1), API (Asociación de Pioneros Italianos).
Será excomulgado:
Quien inscrito o no en el Partido Comunista, admite la doctrina marxista, atea y anticristiana y la propaga, cometiendo apostasía de la Fe y no pudiendo ser absuelto por la Santa Sede."

[Nota traducción (1). "Federterra": era la "Federazione nazionale fra i lavoratori della terra", una organización sindical agraria creada en 1901.]

Insistimos en que, aunque el decreto sea posterior a las elecciones del 48, la Iglesia mantuvo ya esa postura en la campaña anticomunista que desencadenó en el período electoral. Así, por ejemplo, en los pueblos (sobre todo) se llegó a negar los sacramentos a quienes contrariaban las directrices de la Iglesia respecto a los comunistas (Camacho). Algo aparentemente anecdótico como es esto, en la sociedad rural de entonces, encorsetada en el clericalismo, tenía una fuerte repercusión social.

El éxito que tuvieron los comités cívicos de la Iglesia, se explica a partir de la difusión de este discurso apocalíptico, propagador del sentimiento de terror y miedo. El delirio hiperbólico alcanzó su máxima expresión en ese canibalismo que se decía que practicaban los comunistas con sus propios hijos. Y para los posibles incrédulos, estaba la amenaza de excomunión.

Pero la campaña de la Iglesia también tuvo otra dimensión, cargada de esperpento: es la Virgen la que le pide a los italianos que no voten a los comunistas. La propia Virgen María regresa de su más allá para manifestarse al pueblo italiano. En todo el siglo XX solo se produjeron 12 apariciones marianas reconocidas por la Iglesia. Casualmente, una de éstas -la última que se produce en Italia- tuvo lugar poco antes de las elecciones del 18 de abril 1948 (¡qué casualidad!): la aparición mariana de Ascoli. En realidad se trató de varias apariciones. Entre el 3 de abril de 1948 (15 días antes de las elecciones) y el 23 de mayo, la Virgen se le apareció 25 veces a la niña Anita Federici, de 13 años, en Ascoli; durante el mismo período, también se le aparecieron ángeles en 5 ocasiones.

Aparición mariana en Ascoli, 15 días antes de celebrarse las elecciones de 1948. Multitud de fieles ante la roca en la que se manifestaba la Virgen. Fue un exitoso happening electoral de la Iglesia. Foto: galería Flickr de Orarossa.

Las apariciones de Ascoli conmovieron a los católicos italianos y provocaron un fervor desmesurado, convirtiéndose al instante en un fenómeno sociológico de masas. La Iglesia lo tuvo claro: si había alguna duda, ésta quedaba despejada por la divina intervención de la Virgen. Las apariciones de Ascoli fueron una eficaz y contundente escenificación teatral de la Iglesia para reforzar el mensaje anticomunista. Fue un exitoso happening electoral. 

La campaña de la Iglesia contra el Partido Comunista y el Frente Democrático Popular, no se limitó a Italia. En Estados Unidos, bajo los auspicios de la CIA, la Iglesia católica llevó a cabo una campaña paralela dirigida a la numerosa comunidad italo-americana. A través de cartas y folletos y también durante las homilías dominicales, se instó a los italo-americanos a movilizarse contra la amenaza comunista en Italia. El objetivo de esta campaña era convencer a los americanos de origen italiano para que escribiesen a sus familiares y amigos en Italia, con la finalidad de que no votasen a los comunistas y lo hiciesen a la Democracia Cristiana. A otro nivel y con la misma intención, también se organizaron actos públicos, programas de radio, etc. Para esta campaña, la CIA consiguió para la Iglesia el apoyo de estrellas de Hollywood como Frank Sinatra, Bing Crosby, Gary Cooper, etc.

* * *
¿Por qué un anticomunismo tan visceral?

En definitiva, la campaña del Vaticano en las elecciones de 1948 resultó decisiva en la derrota del Frente Popular. Pero, ¿se trataba realmente de una lucha ideológica de la Iglesia contra el ateísmo del que acusaban a los comunistas? Evidentemente no. Daremos dos ejemplos de cómo eso era apenas una disculpa para legitimar la estrategia anticomunista.

En primer lugar, la religión como hecho antropológico es un fenómeno muy distinto a como lo pinta la teología oficial (y esto es aplicable a cualquier religión de masas). Las personas tienen sus creencias religiosas (aquellos que las tienen, por supuesto), pero normalmente esto tiene lugar dentro de unos niveles de pragmatismo y sincretismo muy grandes, y muy alejados de los dogmas oficiales. De manera que para muchos italianos ser comunista y "ser creyente" no eran realidades incompatibles y contradictorias. La acusación de la Iglesia de que el PCI representaba la propagación del ateísmo, apenas era una disculpa para hilvanar su anticomunismo. El propio PCI era consciente de que muchos de sus votantes y militantes eran católicos, de manera que tenía cuidado en separar lo que era la crítica política a un poder reaccionario como el Vaticano y su estructura, de los marcos creenciales de las personas.

Imagen reciente (2011) de la sede de Rifondazione Comunista en Corte Nuova, Castello (Venecia). Flickr de zacke82. Para muchos italianos, ser comunista y tener creencias religiosas no es una contradicción. En la posguerra, el Vaticano trató de presentar ambas cosas como incompatibles. La imagen es anecdótica, ya que lógicamente el pequeño altar que aparece es ajeno a Rifondazione Comunista, pero nos ha parecido una metáfora visual que ilustra esta idea de pragmatismo

En segundo lugar, otro ejemplo nos lo proporciona la figura de Juan XXIII (papa entre 1958 y 1963), que viene a mostrar una toma de postura por parte de la Iglesia muy distinta a la de sus predecesores y sucesores. Juan XXIII abandonó este anticomunismo para buscar un diálogo con las distintas izquierdas, pero también con los países socialistas y en especial con la URSS. No en vano incluso el Kremlin vio con satisfacción su nombramiento, viéndolo como un "genuino socialista" con "manos de campesino"(Camacho). El artífice del Concilio Vaticano II asombró a la curia, al afirmar tajantemente que la cruzada anticomunista en la que había estado envuelta la Iglesia carecía de sentido, que había sido un fracaso y que la Iglesia debía ser escrupulosamente neutral en política. El giro dado por Juan XXIII despertó la preocupación de la CIA, sobre todo después de que el papa plantease el diálogo con Nikita Krushchev.

Los dos ejemplos anteriores son una prueba de que el anticomunismo de la Iglesia en la posguerra, difícilmente nace de una contradicción raíz entre creencias religiosas y creencias políticas. Las causas debemos buscarlas en realidades materiales que tienen que ver con la Iglesia como poder económico y estructura de dominación política al servicio del capital:

La Iglesia defendía su status quo alcanzado con los Pactos de Letrán, firmados con el régimen fascista de Mussolini. Los Pactos de Letránrepresentaron la simbiosis entre el régimen fascista y la Iglesia católica. Restauraban el carácter de estado soberano del Vaticano; el estado italiano se comprometió a compensar a la Iglesia por sus pérdidas en 1870; garantizaban a la Iglesia Católica el status de religión oficial del Estado fascista y un considerable poder sobre el sistema educativo. En contrapartida, la Iglesia daba legitimidad a la dictadura y los obispos debían jurar lealtad al Estado fascista antes de tomar el cargo. Pese a que algunos aspectos de los Pactos de Letrán fueron modificados con la reinstauración democrática, en lo sustancial la Iglesia conservó la posición de dominio político derivada del tratado firmado con Mussolini. En este sentido, la posibilidad de un gobierno de izquierdas hacía peligrar este status quo.

En segundo lugar, la Iglesia estaba defendiendo sus intereses como poder económico; toma partida para defender empresas que eran prácticamente propiedad de la Santa Sede, como el caso de Italgas. Un posible gobierno de izquierdas suponía una amenaza para el tejido empresarial y financiero de la Iglesia católica.Es en estos factores y no en otros de fundamentación estrictamente religiosa, en los que encontraremos las razones que explican el anticomunismo de la Iglesiadurante el período mencionado.

La campaña de la Iglesia dio resultado y garantizó el poder durante décadas al partido oficioso del Vaticano: la Democracia Cristiana, un partido estrechamente vinculado con la Mafia y considerado como el partido político más corrupto de Europa occidental desde el final de la II Guerra Mundial.

En los años siguientes, la Iglesia continuó convirtiéndose en uno de los grandes poderes económicos del mundo. Se reflotaron empresas propiedad del Vaticano, con fondos del Plan Marshall. A través de Italgas, se hizo con el control de la principal compañía de teléfonos de Italia (Societá Finanziaria Telefonía). Como recuerda Santiago Camacho en Biografía no autorizada del Vaticano:

"El Vaticano fue, sin lugar a dudas, el mayor y más claro beneficiario del milagro económico italiano. Las empresas del Vaticano experimentaron el mismo crecimiento que el producto interior bruto del país. La Santa Sede se convirtió, además, en el principal accionista de algunos de los mayores bancos, como el Banco de Roma, Banca Commerciale Italiana, Crédito Italiano y el prestigioso Banco Ambrosiano de Milán. También se hizo con la mayor parte del accionariado de la prestigiosa Montedison y del consorcio Finsader, que incluía a la empresa automovilística Alfa Romeo. Se puede decir, sin temor a ser inexactos, que en aquella época no había sector de la economía italiana, de la hostelería a la industria textil, del comercio a la industria editorial, en el que no estuviesen presentes de forma importante las inversiones del Vaticano." Y, para que todo eso fuese posible, el Vaticano necesitó neutralizar la amenaza que suponía el Partido Comunista de Italia. Lo consiguió, con la inestimable colaboración de la CIA.


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