Nuestra provincia, nuestra región, nuestra comunidad, Nuestro país,
Cantabria, pasa al igual que el resto de comunidades del estado por una
situación precaria, en cuanto a los derechos básicos que rigen a toda
sociedad, democrática. Hablamos de empleo digno, vivienda, sanidad
educación, desarrollo cultural, etc. etc. Esto está siendo una tónica
habitual en España, en mayor grado o medida, dependiendo el grado de
concienciación con el proyecto autonomista o de país respectivo.
Cantabria
siempre ha sido la paria pobre del estado español, tanto en el aspecto
económico como político, a que se debe este déficit. Sin duda, y es una
opinión mi propia producto de la experiencia de años, es a la falta de
compromiso político de sus gentes, que no de sentimiento con la nación
cántabra, o de sentimiento cántabro, si así queremos llamarlo.
Yo
como cantabrista o como cántabro, he asistido las diversas fases del
sentimiento cántabro y de la percepción de Cantabria como ente histórico
o nacional. He visto muchas veces subir y bajar el listón del
cantabricismo. Jamás he visto un atisbo de independencia, a pesar del
sentimiento mayoritario de orgullo de ser cántabro. Somos una comunidad
atípica que en los años del tardofranquismo recibió muchos emigrantes de
Castilla, que en cierta media a modelado el sentimiento de los
cántabros.
Después de todos estos acontecimientos que he descrito y
se de lo que hablo con conocimiento de causa. Jamás pensé que vería una
claudicación tan fragante de la reivindicación y defensa de los
intereses de Cantabria como la que en estos momentos de crisis económica
y sobre todo de valores estamos viviendo.
Y seguramente los que
me conozcan saben de lo que estoy hablando. Sí, estoy hablado de
Asociación para la Defensa de los Interés de Cantabria, ADIC. No
recuerdo en mi vida una ADIC tan despolitizada y tan indolente con los
problemas, culturales, sociales, económicos y ecologistas de mi querida
Cantabria.
Bajo el paraguas del apoliticismo surgió la nueva
dirección de ADIC, pero bajo ese falsa premisa se oculta una carencia de
ideas liderzago de cantabricidad. Si alguien conoce al nuevo presidente
de la asociación sabe de qué hablo.
No se puede basar toda la
estrategia de la asociación en el apoliticismo rapante, con toda la que
esta cayendo en Cantabria. De falta de un proyecto político que de
salida para la economía de nuestra comunidad. El paro, la falta de una
ley estricta y sobre todo de una voluntad política de defensa del medio
ambiente, está poniendo en peligro, más aun si cabe el futuro de
Cantabria.
ADIC surgió sobre las premisas políticas de la defensa
de los intereses de los cantabr@s. NO sobre conceptos abstractos de
apoliticismo. Si ADIC llego a ser grande y tener prestigio y peso en sus
acciones, no solo entre los ciudadanos también sobre los políticos, fue
por su capacidad de análisis y de compromiso con la gente de a pie. Por
que ADIC nunca rehuyó la batalla política, porque siempre fue popular e
la concepción literal de la palabra. Estuvo siempre con el pueblo,
tanto trabajador como ganadero.
Por eso como cántabro y como
antiguo militante de ADIC me gustaría que la asociación retornara a la
senda de la política, porque con toda la que nos esta cayendo encima, no
es hora de esconder el bulto y menos de una asociación tan combativa
históricamente como ha sido ADIC.
Jugar la carta de la neutralidad
y del falso apoliticismo, solo beneficia a los que gobiernan de
espaldas al pueblo cántabro. Me da igual sus siglas. Mientras aquí
nuestros jóvenes tengan que emigrar por falta de perspectivas labores,
mientras aquí el bienestar de unos pocos estén por encima del bien de la
mayoría de cantabr@, mientras aquí todos los planes económicos pasen
por la destrucción del medio ambiente cántabro, etc. etc.…. Siempre
tendrá que haber una voz que se levante contra todas esas injusticias y
si no hay ninguna asociación que se preste a defender los intereses de
Cantabria. La volveremos a refundar.
Todo esto me sale de mi
sensibilidad como mi tierra, con mi país, no con el ánimo de crear falsa
polémica y mucho menos de confrontar en vano con mis amigos. Es un
deber patriótico para mi entender, denunciar la situación de estrecheces
y de pobreza que pasamos los cántabros. No es hora de callarse.
La política es necesaria, el silencio es ignominioso.
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