A las malas noticias sobre datos económicos que se van acumulando en la de ya por sí maltrecha economía de Cantabria, hay que sumarle más. ERE'S salvajes, estamos hablando del despido masivo en dos empresas, que por desgracia son de lo poco que queda de industria y que amparándose en la excusa de la mala situación económica pretenden el despido de más 500 trabajadores de la empresa Sniace y otros 92 de la industria de Solvay. Estos nuevos despidos dan el golpe de gracia a la economía depauperada de la cuenca del Besaya y por ende a la economía de nuestra comunidad autónoma. Números que no son más que el reflejo de la incapacidad, incompetencia e ineptitud del gobierno de la nuestra comunidad. Los nuevos datos del mes de septiembre sobre el comportamiento de la evolución del empleo son índices estremecedores del fracaso de las políticas aplicadas desde el gobierno central y autonómico. Encabezamos la lista de comunidades como mayor índice de desempleo el 10% de la media nacional con una población que no llega a los seiscientos mil habitantes, con una pérdida de diez mil habitantes en edad de trabajar. El paro aumentado en el mes de septiembre en Cantabria en un 5% más que el resto del conjunto del Estado pero mientras nuestros gobernantes siguen con sus discursos triunfalistas obviando la grave realidad social y económica, esta continua su marcha inexorable hasta que el problema les estalle debajo de las narices. Son los nerones del siglo XXI que siguen tocando la lira mientras Cantabria arde social y económicamente por los cuatro costados.
Ayer viejos problemas |
Hoy mismos problemas |
Juan Hormachea expresidente |
Miguel Angel Revilla expresidente |
Dolores Gorostiaga exvicepresidenta |
Ignacio Diego Presidente de Cantabria |
Es indudable que estamos ante diferentes formas de enfocar la política, que cada política obedece a una ideología en concreto y que la economía ni es neutra ni se rige por leyes físicas como otras ciencias. Por un lado tenemos recortes en sanidad, educación, en becas, en ayudas de dependencia, las bajadas de salarios, abaratar los despidos y reducir drásticamente las prestaciones por desempleo. Es decir, medidas que atentan contra las piedras angulares para conseguir una sociedad igualitaria, justa en definitiva democrática de verdad. Todos estos recortes no se hacen por cuestiones pragmáticas o de necesidad para mantener el sistema del bienestar y salir de la crisis-estafa. Como habitualmente defiende el gobierno y la inmensa mayoría de medios de comunicación. Todo lo contrario, solo son medidas que sirven para convertir esos servicios en una mercancía con la que seguir engrosando sus enormes ganancias, sin importarles sus consecuencias sociales. Es política y responde a la ideología y los intereses de las oligarquías.
Si a esta dramática situación le unimos las antiguas recetas y las nuevas que se han aplicado hasta la fecha como la subida de las tarifas energéticas de servicios de telefonía, informática, televisión, la de alimentos básicos, el copago en los medicamentos, el aumento indiscriminado del IVA , la presión fiscal sobre autónomos, pequeñas y medianas empresas. Todas estas medidas no hacen más que agravar la crisis, ya que por un lado encarecen los productos imposibilitando su adquisición por parte de las capas que más sienten en su bolsillo la pérdida de poder adquisitivo. De esta forma se retrotrae el consumo interno, los autónomos dejan su actividad, las empresas pequeñas y medianas se ven abocadas a reducir sus plantillas para poder subsistir o en la mayoría de los casos cierran por falta de clientes y de liquidez. Todo ese panorama se agrava con las recetas de “austeridad” –eufemismo que sustituye a recortes- en la administración pública, la escasez de convocatorias de oposiciones, el despido de personal laboral, la congelación y bajada de salarios de los servidores de lo público. Todo ello se traduce en menos consumo, que indefectiblemente hace aumentar más el paro en una espiral que no tiene fin.
Además de estos problemas que más o menos son comunes a los que se padecen dentro del sistema capitalista de cualquier país, debemos añadir los que son propios e identitarios como país que jamás ha logrado convertirse en una nación moderna, no solo en tecnología sino también en valores de ciudadanía y de concepción del estado. Estos males particulares como son la usura y la corrupción de estado los podemos contemplar en los siguientes ejemplos como son la especulación del precio de las viviendas con sus hipotecas usureras, el cobro abusivo de comisiones de productos financieros engañosos por partes de los bancos, las Sicav, la evasión de divisas a los paraísos fiscales, el fraude fiscal etc., etc... Son las que han posibilitado al final, y no el azar, esta actual crisis-estafa. Esta “crisis” económica que solo padecen los que venden su fuerza de trabajo y esta estafa de régimen en que la separación entre el poder judicial y legislativo no existe y permite la corrupción de los poderosos, tanto de los políticos como de los empresarios corruptores quede impune. Solo así se explica porque España y en especial Cantabria, en la que sus números económicos y datos de paro sobresalen sobre la media nacional, somos incapaces de salir de esta recesión económica que se prolonga ya por espacio de casi cinco años y tienen visos de prologarse en el tiempo a tenor de las recetas aplicadas con respecto al resto de países de la comunidad europea que no han acusado tan fuertemente la crisis como los que tienen sus economías orientadas a la especulación y subordinadas a los intereses de los mercados.
Los problemas del sistema y de la sociedad que nos aquejan han sido endémicos históricamente y son los que son, no nos vamos a engañar a estas alturas. Es ahora en estos momentos en que las contradicciones de la filosofía liberal salen a flote con más nitidez, es necesario y posible hacer otras políticas que no pasen por estas recetas ineficaces para corregir la distribución de la riqueza, de hecho nunca fueron su objetivo principal. Es necesario crear políticas radicalmente opuestas que estén encaminadas a contribuir al bienestar de la inmensa mayoría de las capas de la sociedad que sin este tipo de políticas no podrían acceder a ciertos servicios necesarios, y que paulatinamente aumenta el número de personas que están excluidas socialmente o al borde del mismo.
Un gobierno valiente deberá en primer lugar hacer una auditoría de la deuda y repudiar toda aquella parte que sea ilegitima. Es precisamente está la que hace que el déficit público nunca baje debido a los enorme intereses que el estado debe abonar y se convierte así en una rémora para cualquier aplicación de políticas que pasen por la inversión pública. Deuda que por cierto estamos soportando y que por desgracia pagamos los trabajadores a través de nuestras declaraciones de la renta, hay que tener en cuenta que el 70 por ciento de la recaudación de los impuestos sale de las rentas del trabajo. Al aumentar el número de parados desciende la recaudación, lo que el gobierno ha intentado paliar a través de la sucesiva subida de los diferentes tipos de IVA. Pero sin duda la lucha contra el fraude fiscal, la evasión de divisas a paraísos fiscales y la persecución implacable de la corrupción es donde más hincapié debe hacer cualquier gobierno que de verdad aspire a sacar a España y por ende a Cantabria de la recesión económica. Esto nos llevara a replantear la fórmula actual tributaria, sustituyéndola por otra en la cual la recaudación sea progresiva. Entendiendo está, que el que más tiene más debe contribuir al sostenimiento de las infraestructuras y servicios del Estado del bienestar, porque son los que más provecho sacan del sistema. Esto aparte de ser una cuestión moral es un auténtico deber cívico como ocurre en los demás países del norte de Europa.
Por todo ello es irrenunciable la apuesta por lo público como modelo de desarrollo económico, con políticas que posibiliten la ampliación del empleo público, pues España es uno de los países de la UE que menos destina al gasto público por habitante. Aparte de aumentar la oferta de trabajo estaremos dando más calidad en los servicios públicos pero sobre todo, como una cuestión moral irrenunciable, estaremos cubriendo necesidades básicas a las que de otro modo, debido a la escasez de recursos o por su elevado costo, solo pueden acceder las clases más pudientes. Está claro que la iniciativa privada es incapaz de por ella sola de crear empleo pues no quiere arriesgar y prefiere el modelo especulativo que es el que le está reportando pingues beneficios sin ningún riesgo de capital. Ha sido históricamente la intervención del estado la que siempre ha posibilitado la salida de las recesiones pues se convierte en el motor que crea empleo.
Todo esto unido a una nueva promulgación de leyes que garanticen los derechos de los trabajadores, aumento del salario base hasta equipararlo al de los países de la UE que más alto lo tienen. Reducción de la jornada laboral y de la edad de jubilación obligatoria para repartir el trabajo y más personas puedan encontrar empleo. Garantizar pensiones dignas al jubilarse y sobre todo que estas vuelvan a subir según el IPC. Creación de una ley que garantice una renta básica a todas aquellas personas que no puedan encontrar trabajo y carezcan de recursos. Como así mismo un aumento en el cobro por prestaciones por desempleo, etc., etc… Todas estas políticas implementadas con audacia y coordinadas permitirán a su vez la reactivación del consumo interno y de esta forma posibilitar la creación de nuevas empresas. Estos son ejemplos más que ilustrativos con los que se pueden hacer políticas alternativas y notablemente diferentes a las políticas neoliberales de máximo beneficio privado y sálvense quien pueda. Un estado moderno no puede renunciar a crear una sociedad igualitaria, lo contrario corresponde a naciones atrasadas y ancladas en conceptos del pasado.
Pero por encima de todo es primordial un nuevo sistema de gobierno y este solo se dará en un marco que supere al actual régimen monárquico y que se plasme en un modelo republicano dotado de contenido y no vacío como el actual. Es necesario que todas estas ideas se plasmen en la creación de una nueva constitución que dé cabida a todas las reivindicaciones tanto sociales como de modelo de estado. Esto solo será posible a través de una asamblea constituyente pero para esto hace falta conquistar el poder institucional. En estos momentos históricos solo es posible cambiar las leyes mediante la promulgación y sanción a través de la vía institucional. Solamente así, arrebatándoles el control del Estado, podremos derrocar del poder a esa minoría que está utilizando los resortes del estado para su propio lucro. Y este solo pasa a través de la creación de un movimiento político y social que esté dispuesto a aplicar estas políticas de izquierdas.
Recetas milagrosas no existen y todo este proceso será convulsivo y nos encontraremos de una fuerte oposición de los poderes fácticos tanto externos como internos. Por eso debemos estar preparados para cualquier contingencia e ir solucionando los problemas y corrigiendo los desequilibrios a medida que estos se sucedan. No hay una formula científica o exacta que nos diga cómo salir pero sí es una verdad inmutable que sin voluntad política todo estas medidas y otras no se podrán jamás aplicar. Solo con la unidad de todos los sectores de la población trabajadora, de los movimientos asociativos, de los sindicatos y de los partidos políticos (de izquierda) plasmados en un proyecto común podrán llevarse a cabo estas políticas. Sin un gobierno con Voluntad política, y sobre todo sin la acción decidida y de la Voluntad popular. No habrá salida de la crisis-estafa.
Andrés Eugenio Diez Villegas
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