Muchas veces en la vida los pequeños símbolos que nos acompañan en nuestro que hacer cotidiano consiguen ser los sentimientos mas importantes en el motor revolucionario de las personas que mil citas filosóficas. Simplemente para muchas personas comprender o emprender un acto que cambien a mejor sus vida de pende de un pequeño símbolo, como unos zapatos blancos que eran el tesoro mas preciado de un pequeña niña desposeída y maltratada por la injusta política de los que mas poseen. Se convirtieron en el símbolo de la revolución.
22 de abril de 2013
Nemesia prefiere morir que regresar al pasado
Museo Playa Girón. Fotografía Daylén Vega.
La luna vela el sueño de la ciudad dormida cuando empreimos el viaje. Ibamos tras la historia, buscábamos redescubrinos en aquella región humilde, en el ambiente de los carboneros, en el azul de las aguas que bordean la zona, las mismas que en abril de 1961 se ensobreciron con el brutal ataque.
Conocíamos los
hechos, sabíamos del horror, de las víctimas, de la angustia. Cientos de
veces escuchamos hablar de los sucesos, nos contaron de los aviones, de
las bombas, los camiones repletos de pobladores, personas inocentes que
eran asesinadas. Personas cuyo único delito fue el de respaldar una
Revolución que les cambiaba la vida, que los hacía humanos, al tiempo
que le devolvía la dignidad robada por los gobiernos de la República
Neocolonial.
Llegamos
a Playa Girón 52 años después de que los mercenarios, armados y
entrenados por el gobierno de los Estados Unidos, atacaran la Ciénaga
de Zapata. Al caminar por sus calles, compartir con los
cenagueros, nos descubrimos frente al mismo pueblo que apoyó al Ejército
y las Milicias comandadas por Fidel Castro, e hicieron posible la
derrota de los invasores en apenas 72 horas.
Luego nos dirigimos
a Soplillar, poblado donde aun vive la niña de los zapaticos blancos.
Nemesia, la flor carbonera que inspiró al Indio Naborí a escribir la más
triste de sus elegías.
NEMESIA REMEMORA…
Nemesia Rodríguez. Fotografía Yuliat Acosta
“Mi
papá llegó a la casa y dijo que era una invasión, yo siempre le digo a
la juventud que no piensen en una niña de 13 años de estos tiempos, que
piensen en una niña de 13 años de 1961. Yo no sabía lo que era una
invasión, y cuando mi papá dijo que nos trasladábamos a Jaguey Grande yo
eché mi mejor ropa y mis zapaticos blancos.
Un avión atacó el camión donde yo iba, mató a mi mamá, hirió a mis dos hermanos, y a mi abuelita.
Después el Indio
Naborí entró como periodista, él estaba dirigiendo los alfabetizadores
en Varadero y Celia Sánchez habló con él para que hiciera una crónica
acerca de lo que había ocurrido a la familia. Empezó a tirarle fotos a
los escombros y ahí encontró los zapaticos blancos dentro de la cajita.
Cuando se presentó
delante de mí con los zapatos, yo empecé a llorar porque hacía muy
poquito que habíamos sepultado a mi mamá, y fue tanta la tristeza de ver
mi ilusión… porque todo niño tiene una ilusión. Cuando los tuve en las
manos los perdí así.
Él dice que yo le
hablé con tanto cariño, con tanta tristeza de lo que me había sucedido,
que llegó a su casa y le dijo a su esposa: ¡ay! Eloína, yo no voy a
poder escribir la crónica que Celia me pidió, porque tengo una cosa en
mente que tengo que escribirla ahora.
Y se sentó y escribió Elegía de los Zapaticos Blancos.“
Nemesia recuerda
haberle pedido a su mamá que le comprara los zapaticos, pero ésta solo
pudo complacerla al Triunfo de la Revolución, ya que por lo cenagoso del
terreno un par de zapatos blancos en la Ciénaga de Zapata, no
resultarían prácticos.
Los Zapatitos Blancos. Fotografía Daylén Vega.
“Después del triunfo de la revolución fue que mi mamá pudo comprarme los zapaticos blancos, en el mes de abril del año 1961. Yo recuerdo que me los puse una vez.“
LA REVOLUCIÓN DE FIDEL…
Fidel en la clausura del VI Congreso del Partido. Fotografía Ismaél Francisco
“Después
que triunfó la revolución fue todo distinto, se puede estudiar, ahora
mis nietos estudian, mi hija es ingeniera. La revolución lo ha puesto
todo en manos de los cenagueros. Creo que si uno se pone a analizar, es
como si fuera de noche y llegara el día, llegara el sol.
Fidel es todo. Fidel es lo más grande que ha dado el mundo. Cada vez que yo he estado cerquita de él, me inspira una fuerza…
Muchas personas que han estado cerca de él, dicen que sienten eso que
yo siento, un nerviosismo, un temblor, que no podía decirle las cosas
tan lindas que yo pensaba.
La última vez que
lo vi me abrazó y tuve otra vez el mismo sentimiento de fuerza que él me
transmitió en el VI Congreso del Partido.
Nemesia en Soplillar. Fotografía Yuliat Acosta
Cuando
Raúl me cedió el asiento comprendí la responsabilidad que era que el
presidente se pusiera de pié para que se sentara esta guajira de la
Ciénaga de Zapata. Sí, porque yo me siento orgullosa de ser guajira.
Le pregunté a Raúl: ¿ahí? Y él me dijo: sí, ahí. Entonces, cuando me
senté me empezó a faltar el aire, comencé a toser, y Ramiro Valdéz me
alcanzó una servilleta. Fidel me dio por el muslo y me preguntó:
¿Nemesia, a los 50 años todavía te gustan tanto los zapaticos blancos?
Entonces ya él me
transmitió esa confianza, de modo que empecé a sonreírme y terminé
sintiéndome más cómoda en aquellos momentos.
A Fidel lo quiero mucho. Que viva porque lo necesitamos en Cuba y en el mundo.
Raúl es su sustituto y estamos conformes con él, pero Fidel nos hace
mucha falta o por lo menos yo lo siento así. Lo vi en la inauguración
del centro educacional y lloré mucho, lo vi así, como triste, y me sentí
triste yo.“
A los 65 todavía prefiere zapatos blancos. Fotografía Yuliat Acosta
A
los 65 años, Nemesia sigue allí, en aquel poblado humilde, tierra de
carboneros. Hoy tiene zapatos blancos y los luce orgullosa, como el
triunfo de la Revolución que representan.
“No podemos regresar al pasado, porque si regresamos al pasado vamos a volver a vivir la misma miseria y el mismo malestar.
Esa explotación del hombre por el hombre, esa forma de maltratar al
pobre, de maltratar al campesino, al guajiro, al negro. Esa forma de
explotación la juventud no puede permitir que vuelva a Cuba, aunque en
eso tengamos que morir todos. Es preferible morir que regresar al
pasado.”
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